19. Inefable.

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La plática que había tenido con James aquella noche me había dado confianza alguna estos últimos días.

James y yo pasábamos la mayoría del tiempo juntos, algunas veces hablando sobre el tema y otros sobre los arreglos que teníamos que hacer para la graduación.

Había decidido que comenzaría a pasar menos tiempo del que ya, junto a Dylan, esperando el tiempo necesario para que mis sentimientos volvieran a ser como antes.

James se burló de mi por ello, diciendo que nosotros no somos quienes decidimos de quién enamorarnos. Y por un lado lo entendía.

Laney y Alex habían estado ocupados por lo que solo los veía poco tiempo, mientras que a Dylan y Jane, los veíamos en la hora del almuerzo pero sin platicar como solíamos hacerlo antes.

La tensión se sentía o al menos yo lo hacía.

Era incómodo estar ahí por lo que solo mantenía mi atención en James, quien rápido se daba cuenta de lo que pasaba por lo que sonreía alentador y pasaba un brazo por mis hombros apretándome a él para luego sacar un tema de conversación.

Durante las horas de clase que mantenía con Dylan, ya no eran iguales a como lo eran antes; ya no murmurábamos para seguir platicando durante la clase, ya no tenía sus constantes comentarios seductores y burlones por su parte haciendo que tan solo negara por su actitud. Extrañaba cada una de las cosas pequeñas que en esos días me molestaba, pero a pesar de ello sabía muy a lo profundo que amaba que lo hiciera, porque eso significaba que todo estaba bien entre nosotros.

Durante estos últimos días, mis padres preguntaban sobre porqué Dylan ya no solía ir a casa como comúnmente lo hacía, y eso solo hacía que mi intento de dejar a un lado a Dylan de mi cabeza fuera imposible.

Una noche, mi madre se había sentado conmigo en la sala comenzando una plática de todo un poco, donde le conté todo, haciéndole saber de lo que sentía por Dylan.

Como si hubiera escuchado la plática entre James y yo aquella noche, me dijo lo mismo que James había dicho, cada una de las palabras eran las mismas, haciéndome preguntar más sobre si debería de hacérselo saber o no. Pero aún así el miedo de arruinar todo no solo entre nosotros sino también entre él y Jane, seguía ahí.

El sonido del casillero a mi lado hizo que saliera de mis pensamientos trayéndome a la realidad de que aún seguía en los pasillos de la escuela.

Alcé la mirada para encontrarme a James sonriendo.

—¿De nuevo pensando de más? —preguntó, sabiendo ya la respuesta—. Ya no pienses mucho Mer.

Hice una mueca mirando al piso—. No puedo evitarlo.

—No, si puedes, solo que no quieres y haces esto cada vez más difícil —le oí decir. Segundos después sentí sus manos en cada lado de mi  cara haciendo que lo mirara—. Mer, no me gusta seguir viéndote así.

Le sonreí negando—. Tranquilo, estoy bien —dije, tomando una de sus manos para alejarla de mi cara, pero aún así no soltándola—. Es solo que todo esto de la graduación y la universidad me tienen hecha un lío.

Y en parte era verdad, los arreglos para poder ser aceptada en la universidad que quiero me tenían de un lado para el otro sin parar. Había enviado ya mi solicitud esperando a que el día de los exámenes llegasen para después recibir la respuesta de ello. Lo cual hacía que me pusiera más paranoica de lo que ya estaba.

James me miró durante varios segundos más para luego asentir, alejándose un poco—. Bien, te creo, pero como dije, no me gusta verte así, por lo que pienso en llevarte a comer en este momento.

Sonreí—. Pero las clases aún no termi… —no pude completar la frase ya que el sonido del timbre se dejó escuchar avisando el fin de las clases de esta semana.

James me miró levantando una ceja mientras una sonrisa arrogante cruzaba su cara—. Bien, retiro lo dicho —agregué.

—Bueno, entonces que estamos esperando, vámonos —comentó.

Asentí, cerrando mi casillero para luego tomar la mochila que había dejado en el piso.

Me había terminado de acomodar la mochila en mi hombro cuando Dylan llegó a nosotros.

—Hola chicos —saludó, consiguiendo un asentimiento por parte de James.

—Mer ¿Puedo hablar contigo? —preguntó, mirándome.

Comencé a ponerme nerviosa, alejando la mirada de él para luego mirar a James quien pasaba su mirada de mi a Dylan.

—Claro, que pasa —respondí.

—Necesito ayuda para terminar un trabajo, y quería pedirte si podrías ayudarme esta tarde —dijo, con tono monótono.

Miré de nuevo a James haciendo que Dylan frunciera el ceño—. Que ¿Acaso le tienes que pedir permiso? —comentó Dylan causando que James soltara una pequeña risa.

—¿Qué? No, es solo que ya tenia planes con James para…

—No, no tiene ningún plan para esta tarde así que si, puede ayudarte —interrumpió James—. Y no, no le estoy dando permiso ni nada de eso —agregó.

Lo miré levantando las cejas confundida, James solo encogiéndose de hombros.

—No quiero interrumpir nada —dijo Dylan alejando la mirada de James para mirarme.

—No, no lo haces, no te preocupes —dijo de nuevo James, acomodándose su mochila se acerco a mi lado besando mi mejilla—. Bueno, que se la pasen bien, nos vemos Mer, adiós Dylan —y dicho eso comenzó a alejarse por el pasillo a espaldas de Dylan.

Se volteó comenzando a caminar hacia atrás para levantar los pulgares hacia mí con una sonrisa para luego volver a caminar normal y alejarse.

Me las iba a pagar, sin duda alguna.

—Sigue sin caerme bien —dijo Dylan llamando mi atención.

—Si, lo he notado —respondí, comenzando a caminar por donde James se había ido con Dylan a mi lado.

Necesitaba salir y respirar un poco de aire fresco y no la colonia que conocía muy bien que era de Dylan.

—¿Entonces? ¿Podrás ayudarme? —preguntó, metiendo ambas manos en los bolsillos de su pantalón.

Asentí—. Si, cuenta con ello —lo miré sonriéndole.

Me miró, con una sonrisa de lado—.Gracias Mer, en verdad —suspiró, mirando hacia el frente al momento en que salíamos del pasillo llegando a la salida—. Volvemos a ser como antes al menos por varios minutos.

Le oí decir, haciendo que frunciera el ceño confusa.

—En donde hacemos el trabajo —preguntó deteniendo su paso al momento en que llegábamos a mi auto.

—¿Te parece en mi casa? Mi madre no estará durante todo el día por lo que no quiero dejar la casa sola —dije. Dylan asintiendo sin pensar.

—Claro —respondió—. Entonces nos vemos en un rato en tu casa —asentí, buscando las llaves de mi auto en una de las bolsas de la mochila.

Varios segundos pasaron en silencio por lo que alcé la mirada hacia Dylan, quien permanecía en silencio.

—¿Estás bien? —pregunté.

Mordió su labio para luego asentir sin siquiera mirarme—. Si, entonces, nos vemos, adiós.

Y dicho eso se alejó caminando hacia su auto, dejándome confusa y nerviosa por lo que podría pasar.

(…)

Al momento de haber llegado a mi casa, había comenzado a pensar en lo que podría pasar durante la tarde.

Sabia que tan solo pasaríamos el rato estudiando, tal y como él lo había dicho, pero además de eso, sabía que en algún momento Dylan volvería a hacer la pregunta que me había estado haciendo durante las últimas semanas.

Esperaba que todo saliera como en estos días; que aquel “estoy bien, no pasa nada” respondiera su duda y lo dejara estar.

Pero no todo puede estar del lado de uno cuando lo necesita.

—No entiendo —dijo Dylan llamando mi atención, luego de varios minutos en silencio.

— ¿Qué no entiendes? —pregunté, frunciendo el ceño levantando la vista del libro para mirarlo—. Esto está fácil, lo explicaron en clase —respondí mirando el libro de nuevo tratando de encontrar lo que no podía entender.

—No, no me refiero a eso —respondió enderezándose en su asiento.

Alcé la mirada para verlo mirándome fijamente—. Lo que no entiendo es porque sigues comportándote extraño.

Trague nerviosa.— ¿Qué? No sé porque dices eso —respondí—. Todo está bien, ya te lo había dicho.

Dije lo mismo que había estado diciendo cada vez que él preguntaba aquello.

—Si, ya me lo habías dicho pero ¿Sabes algo? No logro creerte.
Dejó el libro en la mesa que había estado sosteniendo en sus manos—. No te creo, y eso no me gusta, no me gusta nada de lo que a estado pasando estas últimas semanas, y eso me tiene mal.

Nerviosa, volví a negar—. No tienes porqué sentirte así, como dije antes, no pasa nada, todo esta…

— ¡No vuelvas a decir que todo está bien! —gritó, tomándome desprevenida haciendo que diera un pequeño brinco por el susto—. No vuelvas a decirlo, porque nada a estado bien entre nosotros, y la persona con quién menos quiero estar mal es contigo.

Suspiró, poniéndose de pie para comenzar a dar pasos por el comedor—. Eres mi mejor amiga, te quiero, pero estas últimas semanas todo a sido muy diferente entre ambos, y lo que más me molesta es que no sé porqué.

Baje la mirada a mis manos, sintiendo como comenzaban a sudar.

Sabía que el momento en que Dylan me echara en cara el porqué de mi comportamiento llegaría, pero no creía que fuera en este momento.
Lo miré, recargado en la pared con los brazos cruzados mirándome, haciendo que mis nervios subieran.

—Mer, te conozco, sé que me estás mintiendo, y no sabes cómo me duele que lo hagas cuando siempre nos hemos tenido confianza ¿Qué está pasando?

Negué poniéndome de pie—. No pasa nada, ya lo he dicho antes—dije cerrando el libro y comenzando a guardar las cosas.

—No, no me has dicho nada de lo que te he pedido, así que lo seguiré preguntando ¿Qué está pasando entre ambos? —dijo serio, mirándome fijamente.

Le sostuve la mirada durante varios segundos hasta que la alejó frunciendo el ceño—. ¿Es por el chico? —dijo sin mirarme.

Fruncí el ceño no entendiendo a que se refería, pero luego reaccioné—. No, él no tiene nada que ver —mentí, porque claramente si tenía que ver.

Todo se trataba de él, de Dylan.

—¿Entonces? —preguntó.

Sin saberlo comencé a negar, mirando la punta de mis zapatos.

No quería que esto siguiera, pero tampoco quería que esto terminara, porque eso era lo que pasaría. Si le decía de lo que me estaba pasando, solo había una palabra que definía como todo esto terminaría. Mal. Pero sabía que si no lo hacía, tarde o temprano se cansaría de mi comportamiento y poco a poco lo iría perdiendo igual.

Volví a pensar en todo lo que James había dicho, quería creerle en que la amistad que tenía con Dylan era muy fuerte haciendo que nada, ni esto, acabara con ella, pero me era difícil.

No era justo para él y Jane.

Suspiré cerrando los ojos, escuchando cómo comenzaba a acercarse. Sentí su mano tocar mi brazo.

—Mer, habla conmigo —lo escuché decir a mi lado.

Abriendo los ojos voltee para mirarlo.

Sus ojos avellanas recorriendo mi rostro como si buscara una respuesta.

—No puedo —murmuré, sintiendo como mi garganta comenzaba a arder—. No quiero.

—¿Por qué? —preguntó intrigado, no teniendo respuesta alguna por mi parte—. ¡Mierda! ¡Habla conmigo! ¡Por favor Mer! —me tomó de los brazos sin lastimarme acercándome a él. Sus ojos ahora brillosos.

—¿Es que hice algo mal? —negué—. ¿Entonces?

Lo miré, su cara llena de preocupación y tristeza, haciéndome sentir peor.

—No puedo Dylan.

—¡Y una mierda! —gritó alejándose dándome la espalda, pasaba sus manos entre sus cabellos—. ¡No sé qué pasa! Todo este tiempo he tratado de acercarme a ti pero tú cada vez te alejas, dices que no pasa nada, pero haces todo lo posible porque parezca que sí ¡No te entiendo! ¡No entiendo! —siguió diciendo, recargando los codos en la mesa cubriendo su cara—. No quiero perderte Mer —susurró.

Yo tampoco. Pensé.

Pero sabía que de todas formas, lo haría, lo perdería. Por lo que sin más, sin pensarlo, lo dije—: me enamoré de ti.

Creí que solo lo había susurrado y no había logrado escuchar, pero su mirada fija en mi sin decir nada, demostró lo contrario.

—¿Qué dijiste? —susurró.

Tragué nerviosa mirándolo, no sabiendo cómo podría explicarle todo—. Dije que estoy enamorada de ti—respondí no alejando la vista de él—. No sé cómo pasó pero… creo que el haber pasado más tiempo contigo hizo que viera muchas cosas más en ti. Gracias a ese plan que hicimos, me di cuenta de que cuando se trata de la persona que quieres, lo das todo de ti. Me di cuenta de la perfecta persona que eres a pesar de que decías lo contrario —suspiré —. No me había querido dar cuenta de los sentimientos que comenzaba a tener hacia ti, pero me dije a mi misma que solo estaba deteniendo algo que sabía pasaría. Comencé a alejarme de ti porque ya no me sentía cómoda estando a tu lado, y mucho menos cuando te encontrabas con Jane, sentía celos, no lo niego, pero además de eso, no quería sentirme lo peor como persona al estar contigo y tu novia y fingir que todo iba bien para mi.

Aclaré mi garganta bajando la mirada—. No pensaba decirte sobre mis sentimientos porque no quería que esto pudiera perjudicar tu relación con Jane, pero he aquí, ahora lo sabes—. Alcé la mirada hacia él, quien miraba un punto fijo en el piso—. Te amo Dylan, tal vez sea una palabra fuerte pero lo hago.

Sentía mi corazón latir con fuerza en mi pecho, sentía un nudo en mi garganta por las ganas de llorar sin razón alguna, quería salir corriendo sin saber el que pensaba de mi, pero si ya había logrado hacerle saber lo que sentía por él, podría con lo demás.

Varios segundos pasaron en un silencio tormentoso para mí. Dylan no decía ninguna palabra, lo único que podía escuchar era el sonido rápido de los latidos de mi corazón.

Sentí que pasó más tiempo hasta que Dylan levantó su cabeza, toda su atención en mí.

Suspiró abriendo la boca como si fuera articular alguna palabra, pero la volvió a cerrar. Volvió a bajar la vista cerrando los ojos, no pasaron ni cinco segundos cuando por fin, volvió a hablar.

—Lo siento, Mer —le oí susurrar.

Así como también pudiera jurar que oí mi corazón romperse.

—Yo, en verdad lo siento pero… —lo vi tragar, mirándome negó, para luego tomar sus cosas y alejarse de ahí.

Escuché la puerta abrirse y luego cerrar, avisando que él se había ido.

Cerré los ojos sintiendo como mis mejillas comenzaban a humedecerse, a pesar de que sabía que tarde o temprano, esto pasaría.


N/a: ¡Cómo están! Aquí otro capítulo, pasadito de días pero aquí está. ¿Qué piensan? Espero les haya gustado, no falta mucho para que esto termine, solo para avisar así que, seré más constante con las siguientes partes. Gracias infinitas por leerla y por sus comentarios, los leo siempre. Bueno, nos leemos pronto, que tengan un bonito día mañana, chau.

The Perfect Boy » Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora