14. Sentimientos encontrados.

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¿Qué me estaba pasando?

Era lo que me preguntaba desde la noche pasada. ¿Qué me pasaba? No lo entendía.

Durante toda la noche había estado pensando en Dylan, en la apuesta que habíamos hecho, y también por más difícil que fuera, pensaba en como ahora Dylan y Jane por fin estaban juntos.

No sabía que el que un chico nos comenzara a gustar nos causara, a nosotras, muchas preguntas difíciles de responder y nos hicieran sentir miles de cosas en nosotras.

No es como si no me hubiera gustado nadie en el pasado, era solo que jamás me había sentido como comenzaba a sentirme respecto a él.

Todo esto hacía que comenzara a asustarme de mi misma; me había dado cuenta que durante la noche al momento de pensar en él, una sonrisa crecía en mi cara, cuando recordaba como lucía para la cita, mis mejillas comenzaban a calentarse.

Porque admitámoslo, Dylan con cualquier cosa se vería demasiado bien, hasta con una bolsa de basura se vería muy sexy.

—No puede ser, que me está pasando —murmuré, aterrada por lo que había pensado dándome unos golpecitos en mis mejillas.

Si esto pasaba con tan solo gustarme, no me imaginaba como estaría si me llegaba a enamorar de él.

—Mer, cariño —levanté la mirada hacia mi madre quien bajaba las escaleras con mi papá siguiéndola por detrás—. Saldremos durante unas horas, iremos a visitar a la abuela y luego de ahí nos pasaremos a comprar la despensa.

Asentí sonriendo—. Claro mamá ¿quieren que los acompañe? —sugerí.

—No gracias —contestó papá—. Si es así tardaremos siglos en llegar por esperar a que te duches y arregles, no quiero perderme la comida que harán —dijo, con un tono divertido.

Lo miré fingiendo indignación a lo cual comenzó a reír junto con mamá.

—No cariño, no te preocupes —se acercó para dejar un beso en mi frente como siempre lo hacía—. Regresaremos luego, nos vemos.

—Adiós hija —se despidió mamá tomando sus cosas de la pequeña mesa.

—Espero que durante estas horas que permanezcamos fuera no metas a ningún chico —advirtió mi padre con una ceja levantada junto con una sonrisa divertida mientras que abría la puerta para que mamá saliese.

Reí negando—. No te preocupes, con cuidado y saludos a la abuela —asintió sonriendo para luego salir de la casa.

Suspiré acariciando a uno de nuestros gatos, su ronroneo al igual que el sonido de la televisión llenaban la sala.

Miré el reloj el cual marcaba las once en punto. Como era sábado no tenía planes para hoy, mucho menos en el estado que comenzaba a tener desde el momento en que me había dado cuenta de que tenía sentimientos hacia Dylan.

Varios minutos pasaron cuando decidida le mande un mensaje a Laney para que viniera a mi casa para pasar al menos el día viendo una que otra película o solo pasar el rato. Claramente sabiendo que nos pasaríamos la mayoría del tiempo platicando, y aun mucho más cuando le hiciera saber a Laney sobre lo que comenzaba a pasarme.

Luego de haberle avisado subí a mi habitación dispuesta a tomar una ducha, esperando que al menos un poco de agua fría refrescara mi mente pudiendo tener más claro todo lo que pensaba y comenzaba a sentir.

(...)

— ¡Ya voy! —grité bajando las escaleras acomodándome la coleta de cabello para luego abrir la puerta.

The Perfect Boy » Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora