22. Ahora o nunca.

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No podría decir que los días se habían ido con demasiada tranquilidad porque eso sería una falsedad

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No podría decir que los días se habían ido con demasiada tranquilidad porque eso sería una falsedad.

Tan solo faltaban dos días para la graduación y eso nos traía a todos de un lado a otro.

Alex estaba como loco encontrando un atuendo que lograra combinar con el vestido de Laney, ya que la susodicha quería que fueran como la mejor pareja de la graduación. Alex se mostraba retraído y disgusto por ello, pero sabía que no estaba más que emocionado por ello.

La respuesta de la universidad había llegado ya, no había abierto el sobre aún ya que esperaba la llamada de Alex para ambos hacerlo juntos, por petición suya, ya que decía que era algo que teníamos que hacer juntos como los mejores amigos que somos.

Ambos habíamos presentado para la misma universidad, así como Laney y Mer, quienes no sabía si ya habían recibido la respuesta de la universidad, siendo también algo que me preocupaba ahora que lo pensaba.

En el momento en que habíamos decidido todos ir a la misma universidad, sin duda alguna había sido una magnífica idea para todos y para mí, pero ahora, con todo lo que había pasado entre ella y yo, me ponía nervioso el hecho de que tal vez las cosas entre ambos no se solucionaban lo cual harían las cosas más difícil ahora que estuviéramos en la misma universidad también.

Pero me iba a encargar de que las cosas entre ambos cambiara, sin duda alguna. Ya no me veía ningún momento sin saber algo de ella, o de estar junto a ella.

Durante los últimos días había estado encontrando una manera de que todo volviera a la normalidad, o mejor dicho, de que nuestra amistad fuera más que solo una amistad. Alex había sido una gran ayuda en todo, me daba sus puntos de vista, así como una que otra recomendación en que hacer para arreglar todo. Tanto así que había comentado en que le llevara un grupo de mariachis por la media noche, yo con un sombrero de charro.

Desde ese momento no seguí insistiendo en ayuda alguna.

Iban a ser las nueve cuando el móvil comenzó a sonar, me encontraba ya despierto, duchado y comiendo un cereal. Si me hubieran dicho meses atrás que yo, Dylan O’Brien estaría despierto a estas horas, las cuales eran muy temprano para mí, no hubiera creído. Pero desde que todos los días Mer me llamaba a horas tempranas del día, me veía con la necesidad de estar ya despierto con anterioridad para poder hablar con ella. Algo que en los últimos días había estado anhelando.

El sonido del móvil volvió a sonar haciéndome despabilar.

Tomé el móvil, poniéndolo en mi oreja sosteniéndolo con mi hombro—. Qué pasa —dije entre mordiscos, haciendo que las hojuelas de maíz sonarán al masticar.

Dylan, por favor, no hables con la boca llena —gruñó, haciéndome reír—. Pero como sea ¿Ya te ha llegado la carta?

—Si, aquí la tengo —dije tomándola del mostrador —. ¿Y tú?

También, salí apenas desperté para checar el buzón, tanto así que se me olvidó por completo que estaba solo en boxer.

Reí divertido—. Me alegra el no haber estado ahí para verlo.

Gruñó—. Muy gracioso, hubiera querido que no hubiera nadie fuera, la vecina se encontraba regando sus plantas por lo que me vio, hasta puedo jurar que me tomó foto.

Reí aún más.

Bueno ¿Listo para ver si fuimos aceptados? —preguntó, poniéndome un tanto nervioso.

—Nací listo —respondí.

Alex rió—. Eso ni tu te lo crees, bueno, a la que de tres, una, dos tres —ambos dijimos al unísono para luego con manos temblorosas comenzar a abrir el sobre.

Nervioso comencé a leer, escuchando el murmullo de Alex por el móvil.

Juro que podía escuchar los latidos de mi corazón tan fuerte cuando leí “Complacidos le informamos que ha sido aceptado en la Universidad…” dejé de leer, porque para ser sinceros, esas palabras eran lo único que importaba para mi leer en este momento.

Pasaron varios segundos en silencio hasta que escuché una voz femenina a través del móvil.

—¿Hola? —dijeron.

—¿Alex? —pregunté confuso.

Oh no, cariño, Dylan, soy yo, Alex se a desmayado —dijo la madre de Alex con un tono divertido—. Así que eso es señal de que si pasó ¿Y tú?

Sonreí emocionado al saberlo—. También, hemos sido aceptados.

Tuve que alejarme el móvil de la oreja al escuchar el grito que daba la madre de Alex, pero luego tuve que tapar ambos oídos al escuchar a mi madre gritar mientras entraba a la cocina.

—¡Entraste! ¡Mi hijo está creciendo! —escuche decir al momento en que sentía los brazos de mi madre rodearme.

—¿Dónde estabas? —pregunté divertido sosteniéndola en mis brazos.

—Escuchando a escondidas, uno se entera de buenas cosas —dijo haciéndome reír.

Miré el móvil recordando que hablaba con Alex, tomándolo hablé:—. ¿Hola?

Dylan te dejo, mi madre está hiperventilando y saltando emocionada, así que nos vemos luego, y hermano, felicidades, lo hicimos — dijo con un tono de voz emocionado, haciéndome sonreír.

—Claro, igualmente —dicho eso colgué, dejándolo sobre el mostrador.

Miré a mi madre quien tomaba varias cosas del refrigerador—. En verdad estoy muy feliz por ti Dylan, esto tenemos que celebrarlo cuando tu padre llegue.

Asentí a pesar de que no me veía, volviendo a comer mi desayuno.

Estaba feliz sin duda alguna el tener esta noticia, el saber que estar siempre atento a todo lo que pedían, el estar estudiando y trabajando, tenía buenas cosas. Estaba más que feliz por saber que no sólo había logrado pasar, sino que también aquella persona que considero como un hermano lo hubiera hecho también.

Pero había algo que quería para hacer esto mucho mejor. Me hacía falta aquella persona que siempre había estado conmigo en las buenas y en las malas, que hasta ahora me daba cuenta que necesitaba más que nada.

Mer. La extrañaba, quería estar con ella no solo en este momento sino en todos aquellos que el futuro nos tuviera, pero eso solo podría suceder si lo que pensaba hacer salía bien.

(…)

Ajusté mi gorra mirándome en el retrovisor al momento en que Alex salía de su casa.

Horas después de que tuviéramos aquella charla en la mañana, me había llamado diciendo que era momento de celebrar, pero de manera sana, claro está. Habíamos decidido ir a un lugar de comida mexicana que se encontraba cerca del lugar donde comenzaríamos a asistir a clases.

Alex abrió la puerta del auto subiendo en este—. Listo, vamos por esos ricos tacos.

Divertido encendí el auto comenzando a manejar—. Y Laney, que tal ¿Cuál fue su respuesta? —pregunté, cambiando de estación en la radio, una canción de The Rolling Stones sonó, haciendo que subiera un poco el volumen.

Logré ver a Alex sonreír de reojo—. También fue aceptada, está más que feliz, no dejaba de hablar a través del teléfono.

—Me alegro en verdad, ahora el pack está casi completo —murmuré, pensando en Mer.

Al parecer Alex supo en lo que pensaba porque dijo:—. Mer también fue aceptada ¿sabes? Así que eso significa que estaremos todos juntos.

Suspiré, con un sentimiento de felicidad por ella. Sabía sin duda alguna que sería aceptada, su inteligencia era lo que más resaltaba en ella, así como su apariencia y su bella personalidad. Algo que desde el primer momento en que la vi, hizo que mantuviera mi vista en ella, y la intriga por conocerla más creciera.

—¿Ya sabes que harás? —lo escuché preguntar a lo cual asentí nervioso.

—Si, pero no estoy seguro, no quiero arruinarlo de nuevo —dije, mirando el carril para dar vuelta en la dirección deseada—. No estoy seguro de hacerlo, creo, no lo sé.

—Dylan ¿A caso estás tonto? —dijo, haciendo que frunciera el ceño—. Dijiste que era la primera vez que querías a alguien para algo más, que harías lo que fuera por que ella volviera a estar contigo, así que no me vengas con eso de “no estoy seguro” porque sino, te digo que yo sí voy a estar seguro al momento de darte una paliza.

—Solo, no sé, estoy inseguro —me removí incómodo en el asiento, a lo lejos viendo el lugar iluminado por colores llamativos—. Creo que, solo dejaré que todo fluya por si solo —dije luego de varios segundos en silencio.

Alex no dijo nada, tan solo sacó su móvil y comenzó a teclear sin decir palabra alguna, algo que agradecí, porque no sabría que responder.

Pero algo si sabía, qué tal vez, ahora daría por perdido lo que horas atrás creía tener.

(…)

El ambiente en el lugar era más que bueno, la música, los colores, la comida que sin duda era más deliciosa que nada. Sin ofender a los nuggets de pollo.

Habíamos pedido un poco de todo, ya que por ser la semana de apertura, estaba a un precio muy bajo.

Escuché a Alex hacer un sonido de satisfacción al momento en que daba mordiscos a sus tacos, haciéndome reír lo cual hizo que llamara su atención.

—¿Qué? —preguntó con la boca llena.

—Esos sonidos son tan vergonzosos, que le han de dar pena a Laney en sus momentos íntimos —dije divertido bebiendo de mi agua.

Alex me miró mal pero no dijo nada.

The Perfect Boy » Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora