18. Libro abierto.

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Los días comenzaban a irse demasiado rápido.

Tanto que tan solo faltaban varias semanas para que el semestre terminara y todos los que pertenecíamos al último año se graduaran, al cual me incluía.

Todos parecíamos estresados, los nervios por los pasillos se podían sentir sin dificultad, ya que gracias a que ya era el fin de semestre, cada uno estaba al pendiente de la universidad a la cuál querían estar.

Laney estaba ansiosa y nerviosa al mismo tiempo por lo que cada día no paraba de hablar, fue así hasta que un día mientras comíamos en la hora de almuerzo, donde no dejaba de hablar, Alex se acercó a ella dejando un beso en sus labios haciéndola callar al mismo tiempo en que sus mejillas comenzaban a tornarse carmesí, y si no hubiera estado a su lado, estaría segura de que se hubiera caído.

Eso había sido días atrás, y hasta el momento Laney no lo podía superar. Ahora había dejado de hablar por lo nerviosa y ansiosa que estaba para comenzar a hablar.—solo cuando se encontraba conmigo—. De aquél beso.

—Laney ¿Podrías calmarte? —murmure sin despegar la vista del libro.

—Perdón pero no lo puedo superar —respondió.

—Si, ya me di cuenta —dije para mí misma.

—¡No puedo creer que lo haya hecho! —gritó, llamando la atención de varios en el lugar.

—¿Puedes bajar la voz? —sisee—. Estamos en la biblioteca y tengo que terminar esta lectura, si me llegan a sacar de aquí por tu culpa te las verás conmigo.

Me miró rodando los ojos para luego mantener la vista en su libro—. Huy, mira como tiemblo.

—Si, como sea —la miré—. ¿y cómo va todo?

Suspiró sonriendo mirando a lo lejos.—De lo mejor, es demasiado tierno.

Sonreí divertida al ver la cara de enamorada que tenía en este momento.

Espero no verme así.

—Y tú igual, me alegra que estén juntos por fin —dije sincera consiguiendo una sonrisa por su parte.

Si. Desde aquél beso, Alex y Laney habían hablado de lo que sentían el uno por el otro siendo ahora otra de las parejas del lugar.

—Aunque es difícil ser la única que está sin pareja en el grupo —añadí—. Pronto comenzaré a vomitar corazones por tanto cariño entre tú y Alex y Dylan con Jane.

—Si, perdón por ello —respondió—. ¿Y? ¿Cómo has estado?

La mire confusa.—¿Con que?

—Ya sabes, con Dylan y Jane, ya no has dicho nada y a parte de eso ya no te he visto tanto con Dylan como solían a estar antes.

Suspiré encogiéndome de hombros cerrando el libro.—Estoy bien, solo he decidido ser la amiga que debería de ser y apoyar a Dylan en su relación a pesar de que no me guste la idea del todo—respondí—. Es mi amigo Laney, tengo que apoyarlo.

—Si lo sé, pero ¿Qué hay de ti? No es justo que tengas que esconderte tus sentimientos por el solo hecho de no querer lastimarlo. Si en verdad es tu amigo, te escucharía y nada haría que cambiará la buena relación que tienen, son los mejores amigos que he conocido, se tienen toda la confianza, así que no veo ningún problema con que se lo digas.

—Lo sé Laney, pero no todo puede salir bien —respondí—.cuando llegue el momento se lo diré, y sino, solo dejaré que todo esto deje de ser y ya no estar más así por él.

Negó.—No puedes controlar tus sentimientos Mer, tú no eliges de quién enamorarte, solo sucede, sin aviso.

La miré sin decir nada.

—Todo estará mejor, ya lo verás.

Asentí a su comentario para luego agregar.—¿Por qué no pudo ser otro chico?

Laney rio divertida encogiéndose de hombros, sonriendo después mirando atrás de mi.—Hablando de chicos.

Dicho eso Alex llegó a la mesa donde estábamos sentándose junto a mi amiga, dejando ver a Dylan y Jane quienes venían también.

—Hola Mer —saludó Alex sonriendo. Alejando su mirada la posó en Laney quien lo miraba sonriendo.—Hola, cariño —dijo, acercándose a ella para dejar un beso en sus labios.

Ambos sonrojados al alejarse el uno del otro.

—Que asco, voy a vomitar —dijo Dylan con cara de disgusto sentándose junto con Jane, quien al oírlo le dio un golpe en el brazo.

Alex gruñó arrojándole el bolígrafo que Laney había usado antes.—Cállate, nosotros no decimos nada cuando tú estás con tu chica.

Dylan se encogió de hombros mientras sacaba una libreta.—Yo no te lo impido, además nunca lo hacemos cuando estamos con ustedes, se llama privacidad.

Mordí mi labio, sintiéndome ansiosa y deseosa de irme de ahí.

Dylan volteo hacia mi lado al momento en que sin pensarlo me ponía de pie.—Me tengo que ir.

Dije comenzando a guardar el libro que había sacado.

—¿Por qué? —preguntó Dylan mirándome.

Coloqué la mochila en mi hombro mirándolos.—Tengo cosas que hacer, además, no me siento muy bien —mentí mirando a Laney quien asintió sabiendo a lo que me refería.

No me sentía cómoda estando con ellos, y me sentía mal estarlo y fingir que todo iba bien cuando no era así.

—Entonces nos vemos mañana —dijo Laney sonriendo.

Asentí sonriéndole.—Nos vemos mañana chicos.

—Adiós —escuche a Alex y Jane decir.

Despidiéndome me aleje de ahí saliendo de la biblioteca, sintiéndome mejor lejos de ellos, lejos de él, como últimamente solía ser.

(…)

No era verdad que tenía cosas que hacer, lo había dicho solo para deshacerme de más preguntas. Pero al momento de llegar a casa comencé a tenerlas.

Mi madre es de aquellas personas que no les gusta que la cosas en la casa estén siempre en el mismo lugar por mucho tiempo, por lo que comienza a mover los muebles logrando que la casa se vea diferente y aún así elegante y limpio como siempre.

The Perfect Boy » Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora