21. Mente Clara.

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—Dylan, Dylan… —gruñí apretando más la almohada en mi cara, tratando de callar esa voz odiosa que me llamaba

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Dylan, Dylan… —gruñí apretando más la almohada en mi cara, tratando de callar esa voz odiosa que me llamaba.

—¡Dylan! — gritó.

—¡Qué! —respondí, alejando la almohada de mi cara para arrojársela. Alex la tomó antes de que lograra golpear su cara.

—Es hora de que te levantes ¿A caso piensas quedarte todo el día acostado? —preguntó, sentí como el lado de la cama se hundía por lo que pensaba que se había sentado.

—No es una mala idea —respondí. Me puse sobre mi espalda ya que estaba boca abajo, suspiré poniendo mis brazos bajo mi cabeza.

—Sabes que no sería una mala idea —dijo.

Lo miré frunciendo el ceño.—No ¿Qué?

—Darte unos buenos golpes para que reacciones de una vez por todas —respondió con tono serio.

Rodeé los ojos negando, pero luego pensé que tal vez no era una mala idea.

Hasta comenzaba a caerme mal yo mismo. Comenzaba a molestarme mi comportamiento, el cómo había comenzado a pensar y el hecho de no sentirme el mismo de antes. Parecía que algo no encajaba en mi, como si estuviera haciendo algo que no debería, como si algo faltara en mi para poder volver a ser como era antes.

Sería un tonto si no supiera que era lo que faltaba, porque por más que quisiera ocultarlo, ya no podía.

—Ahora lo entiendo todo —escuche a Alex decir.

Lo miré frunciendo el ceño.

—Que es lo que entiendes —suspiré.

—Es por Mer ¿No? —dijo, haciendo que lo mirara.

Luego de unos segundos asentí.—Si, es extraño no pasar el tiempo como solíamos hacerlo, no creí que perder a mi mejor amiga fuera lo peor.

Rio divertido.—No, no es a eso a lo que me refiero.

—Entonces a que te refieres —me enderecé quedando sentado en la cama.

Se encogió de hombros mirando su celular.—Me refiero a que, estás enamorado de ella.

No dije nada por varios segundos, pero luego de percatarme del silencio que había hecho, comencé a reír.—Estás demente.

Me puse de pie aún riendo.

—Entonces porque tartamudeas —dijo con todo divertido.

—¿Qué? No, yo no, no tartamudeo, no —dije comenzando a sentirme nervioso.

Joder, solo esperaba no desmayarme tal y como siempre pasaba cuando me ponía nervioso.

—Si, si lo haces, así que eso solo significa que lo que dije es verdad, estás enamorado de Mer.

The Perfect Boy » Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora