Día Nueve

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Nota del autor: Se han de preguntar por qué este cap. se titula "Día nueve" y no"Día ocho". Pues lean el capítulo y lo entenderán. ❤
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Toronto—Canadá 04 de febrero de 2016.

Era jueves por la mañana y hoy tampoco tenía muchas ganas de ir a la preparatoria. Desde ayer no he recibido ni una nota o algún tipo de mensaje por parte de Roger. Llamé a Michael cientos de veces, pero me mandaba directo al buzón, entendía que estaba enojado porque no sólo falté a nuestra cena especial, sino que también olvidé nuestro tercer aniversario juntos.

El martes, luego de que Michael se fuera me sentí como la peor novia y a la mañana siguiente mucho peor, aquel día me encerré en mi habitación a leer los comentarios de las fotos mías circulando en la red de los cuales algunos eran morbosos, otros insultantes y luego estaban mis favoritos, aquellos donde las madres de mis compañeras decían cosas como «Qué horror» o «Qué barbaridad». Si supieran que sus hijas hacen cosas mucho peores.

No salía a menos de que sea para comer y para rematar no me había bañado desde ayer, estaba toda echa una emo en pijama.

—¿Se puede? —Stella entró a la habitación.

— Pues ya entraste. ——respondí.

—¿No te cambiarás de ropa? —se acercó con un plato con dos burritos. Rico.

—¿Para? —tomé el plato y empecé a devorar mi comida.

— Para ir a clases. —casi me atoro de tan sólo oír eso.

Puse mi celular a la altura de sus ojos.

—¿Ves cuántos mensajes he recibido?

— No veo alguno.

—¡Exacto! —hice mi comida a un lado— Me da gusto no saber de Roger porque oye, eso es asombroso, pero no saber sobre Michael me está matando.

— Pues he aquí la solución, vas a ir a clases, junto a mí.

— Es broma, ¿Cierto?

— No, no lo es. Y báñate ¿Si? Tú en serio apestas. —coloqué una mano en mi pecho de manera dramática.

— Oye, no me veo tan mal —Stella me miró con una ceja alzada—. Te odio.

— Lo sé. Vístete, te llevaré.

—¿Qué te hace pensar que haré eso? Dame una razón, una que me haga cambiar de opinión.

— Te compraré hamburguesas para la cena. —¿Cómo negarme a eso?

— De acuerdo. Me tienes.

Luego de que Stella dejara mi habitación disfruté de una ducha muy necesaria y me vestí con lo mejor, un short que resaltaba mis cualidades junto a un suéter gris, ondulé mi cabello y me maquillé sutilmente. Bajé a la sala luego de quedar satisfecha con mi imagen en el espejo.

—Vaya, te ves asombrosa. —sonreí.

— Gracias. Oye, ¿Has visto mi labial rojo? Lo dejé sobre mi mesa de noche ayer antes de ir a la cama. Es uno con el envase azul.

— No, no lo he visto ¿Por qué? ¿Importa?

—No, descuida. ¿Nos vamos? Tomé las llaves del auto y salimos.
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