Final parte 2

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Toronto-Canadá 03 de Marzo de 2016

Emily

Fuí recobrando la conciencia poco a poco. Mis pies se sentían tan fríos bajo mis zapatos, ¿Acaso están mojados? Quise moverlos pero no pude, al igual que mis manos o mi cuerpo entero.

Quería abrir los ojos, pero se sentían tan pesados que cuando al fin lo logré sentí como si hubiera gastado toda mi energía en ello sin contar que fue en vano, ya que no veía nada.

Oh santa mierda, no veo nada.

Me desesperé tanto que comencé a mover brutalmente en la silla donde estaba sentada.

Esperen... estoy sentada en una silla, tengo las manos y pies amarrados, no me sorprendería que...

Di un suspiro de alivio al sentir que mis ojos estaban cubiertos por una banda.

Recuerdo haber estado discutiendo con Michael y Stella en el lugar donde se supone que vería a Roger, ellos no debieron estar ahí, yo sabía que verlo tendría un riesgo, pero quería correrlo sola.

—¿Michael? ¿Stella? —deseaba con todo mi corazón que no respondieran.

Volví a repetir sus nombres unas tres veces más y no hubo respuesta, o eso pensaba yo...

— Carajo... —escuché cómo Michael se quejaba.

—¿Qué... pasó? —y ahí estaba Stella.

—¡Maldita sea! —grité— ¡Es por ésto que quería que se vayan!

—¿Emily? —preguntó Stella— ¿Estás bien?

—¿Puedes verme? —me senté recta.

— No, tengo los ojos vendados.

—¿Tú habías citado a Roger Emily? —intervino Michael. Afirmé con la cabeza y me sentí estúpida al hacerlo.

— Sí.

— Si tan sólo pudiera... —escuché como Michael hacía que su silla se moviera, incluso él jadeaba frustrado.

—¡Basta! Te harás daño. —apenas dije eso él se detuvo.

Pasaron unos minutos en los que nadie interactuaba con otro, sólo hablábamos para nosotros mismos, maldecíamos por lo bajo o sollozábamos por tanta impotencia.

— Emily... —Michael fue quien rompió el silencio.

— Dime...

— Sé que ya lo he dicho, pero debes saber que entre Stella y yo no ha pasado nada...

— No creo que sea el momento para...

— Maldición Emily, escúchame —cerré mi boca—. Yo te amo.

Escuchar esas tres palabras mágicas fueron lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, ese "te amo" juntó todas las piezas que se habían roto en mí, en ese momento me dí cuenta de que hace tanto nadie me decía eso y volverlo a escuchar se sentía tan bien, tanto que no pude evitar llorar, y no era un llanto como el del día cuando supe que mi madre estaba muerta, no, éste era un llanto de alivio, de esperanza.

Aún tenía a dos personas por las que vale la pena luchar.

— Y yo te amo a tí... —dije tratando de recobrar el aliento.

Escuché a Michael reír y entonces Stella y yo nos unimos a su risa.

— Pero qué conmovedor... —esa voz no pertenecía a ninguno de los tres, pero sí que la había escuchado antes.

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