Día Siete

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Toronto-Canadá 02 de febrero de 2016


Estaba en la oficina del director donde mamá le gritaba sin parar buscando respuestas del por qué fotos mías semi desnuda estaban circulando por la preparatoria desde ayer como si fueran volantes de publicidad. Yo sabía quién lo hizo, el mismo enfermo que había atado una funda plástica alrededor de la cabeza de mi prima.

Stella no tuvo otra opción que ir sola a su primer y segundo día de clases, le presenté a Connie y a Michael, quién estaba furioso por el asunto de las fotos mías y juró que la persona que lo haya hecho tendría su merecido.

—¡ES INDIGNANTE! ¿¡CÓMO ES POSIBLE QUE SE FILTREN IMÁGENES COMO ESAS PONIENDO EN JUEGO LA INTEGRIDAD DE MI HIJA!? —mamá había estudiado derecho en la universidad, pero dejó la carrera al embarazarse de mí y luego de un tiempo ingresó como gerente al banco principal de la ciudad.

— Señora, entiendo que esté más que molesta y angustiada, pero la policía ya inició el rastreo para averiguar quién es el responsable de este lío. Lo único que le pido es algo de tiempo. —explicó el director Shepard.

Salimos de su oficina muy estresadas.

—¿Quieres ir a casa? No tienes por qué quedarte aquí. —propuso mamá, pero la verdad no quería ir a casa y estar sola como ayer cuando hui luego de que Chloe me mostrara las fotografías, tenía que enfrentar esto.

— No, estoy bien. Me quedaré con mis amigos —me acerqué para besar su mejilla—. Te veo en casa.

Mamá se fue dejándome sola entre los vacíos pasillos, había estado aquí miles de veces, pero justo ahora me sentía como una extraña. Estaba sola, pero estaba segura que tras las puertas de cada salón las personas hablaban sobre mí.

Fui a mi clase de historia y al entrar los murmullos se hicieron sonar cada vez más fuerte. Tomé asiento en mi pupitre y saqué mis cuadernos de mi bolso.

—¡Destitución! —se hizo sonar una voz femenina. Meredith, nunca fuimos muy cercanas.

Sabía a lo que refería con "Destitución", yo era la presidenta de curso y ellos querían que renuncie a eso. El profesor fue a un llamado de la dirección y nos dejó solos. Ignoré sus burlas y cuchicheos hasta que Laura, una chica del salón dijo algo que me sacó de quicio.

— Eres una cualquiera —se acercó a mí con las manos en las caderas—. A mi parecer fuiste tú quién filtró las fotografías y quieres hacerte ver cómo la víctima. —sonrió.

Quise ignorarla al darme media vuelta, pero lo que dijo después haría que golpee esa perfecta nariz.

— Ahora entiendo por qué las abandonó su padre.

Lágrimas de ira luchaban por salir, me dirigí a ella, tomé su brazo con toda la fuerza existente en mí y la arrojé hacia el escritorio, sus costillas golpearon la madera antes de que cayera al suelo jadeando de dolor.

El profesor entró y vio aquel show.

— Emily...

— No, no se preocupe. No pienso volver a este lugar —lo interrumpí—. Todos aquí son unos imbéciles.

Tomé mi bolsa y salí furiosa de allí. Fui hasta la cafetería vacía y me desahogué, tenía tantas emociones encontradas y lo único que podía hacer era llorar. Quería que todo esto acabase, quería que Roger me dejé en paz, quería que esas fotos no existieran, quería poder ir al centro comercial sin tener miedo de que algún animal me ataque, quería que al despertar los 23 días restantes ya hayan pasado.

Pasé en aquella cafetería hasta que la hora del receso llegó, no quería ver a nadie así que tomé mis cosas y salí de allí dispuesta a ir a casa. Iba ya saliendo al estacionamiento cuando una voz familiar me detuvo.

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