Día Cinco

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Toronto-Canadá 31 de enero de 2016

Eran las 11 a.m. y no pude dormir en toda la noche desde que recibí la carta junto al collar de Stella, estaba muy preocupada por ella, que Roger la tenga en sus manos no significaba nada bueno, ese tipo era capaz de todo, y ahora que confesó que no le importaba acabar conmigo todo empeoraba. Si fue capaz de colocar una serpiente para que me asesine no quiero ni imaginar que le puede estar haciendo a mi prima.

«Al parecer alguien pagará la consecuencia de que hayas abierto la boca, Emily.»

Aquellas líneas me atormentaban, todo esto era mi culpa, que Stella esté en peligro era mi culpa, yo soy la única responsable de lo que le pueda suceder, nunca debí decirle lo de Roger. Si bien es cierto conocía a Stella desde hace un día, pero era mi familia y muy buena persona, ella no merecía estar envuelta en esta situación.

Siguieron pasando las horas hasta que el reloj marcó las 3 p.m. No sabía por qué nadie venía a verme, me sentía muy sola.

La enfermera que vi ayer cuando desperté aquí entró para ver si había mejorado, y en efecto lo hice.

— Estás mejor en comparación a ayer, creo que puedes volver hoy mismo a casa. —dijo mientras anotaba algo en la libreta que olvidó ayer, aquella libreta con la que casi "asesino" a Stella.

—¿Sabe si alguien entró a mi habitación mientras dormía? —estoy segura que Roger vino en la noche a dejar aquel sobre y eso me hacía sentir aún más vulnerable. Lo que no entendía era cómo pudo saber que le había revelado todo a Stella.

— Aparte de los doctores nadie, las visitas están prohibidas hasta las 7 p.m. —quizá Roger se vistió de doctor y entró, no me sorprendería.

— De acuerdo, gracias.

La enfermera se fue dejándome sola otra vez. Tomé la carta con ira y la rompí, liberé toda mi ira en ella, en cada trozo que rasgaba maldecí a Roger y odiaba el hecho de que siempre estaba un paso delante de mí.

Cuando no quedó nada legible en la carta me levanté de la cama y fui hasta el basurero y la arrojé dentro.

Volví para recostarme en la cama, pero vi el arreglo floral que me llegó ayer por parte de Roger, llena de ira lo tomé y lo arrojé al piso, la maseta se rompió al entrar en contacto con el suelo, la tierra se esparció por la habitación y los tulipanes quedaron destruidos. Antes que alguna enfermera viniera a ver que sucedía noté que había algo entre las flores, me agaché y un leve dolor recorrió mi tobillo vendado.

Aparté la tierra del aparato y lo que parecía un micrófono salió a la vista. Lo limpié y lo observé con cuidado. Ahora entiendo cómo fue que Roger supo que Stella iría a la estación de policías, él me estuvo vigilando desde que vine aquí.

Tomé el pequeño aparato y lo lancé por la ventana fuera de la habitación.

Nota mental; nunca aceptes regalos de desconocidos.

Chloe entró a la habitación con un arreglo floral y una bolsa.

—¿Qué fue lo que pasó aquí? —exclamó, pero lo único que quería hacer era tomar esas rosas y lanzarlas por la ventana.

— Me levanté y las dejé caer por accidente. —mentí, últimamente lo hago a menudo.

— Como sea, ya me enteré que te daban de alta hoy, así que ten, vístete que te llevaré a casa. —me entregó la bolsa, en ella había ropa mía.

Fui al baño y me vestí, quería salir de ahí lo más antes posible.

Chloe me invadió de preguntas en el camino a casa y tuve que contarle lo sucedido.

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