Día Dieciséis

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Toronto-Canadá 11 de febrero de 2016.

—¡Emily! —escuché a la maestra López gritar mi nombre, la verdad es que andaba más distraída de lo normal.

— Sí. —respondí por instinto.

— Es la parte donde bailas con Romeo. —claro, con mi Romeo falso.

— No sé ni qué hago aquí, Julieta ya será protagonizada por alguien más, además la obra es mañana. —prefería estar en clases a perder tiempo aquí.

— Por si no lo recuerdas fuiste tú quien quiso, y ahora ya no hay vuelta atrás, así que... baila.

Seguí el guion de la obra, no me quedaba de otra.

—¡Auch! —grité al sentir a mi "Romeo" pisarme el pie.

— Lo siento. —murmuró.

Y así fue el ensayo, pisotada tras pisotada, no iba a aguantar esto.

Tomé mi bolsa dispuesta a irme, hasta que vi a Melissa bailar con su​ acompañante sobre un balcón improvisado, mi parte favorita, cuando él la toma luego de que ella se deja caer con suavidad entre sus brazos. Ver eso me recordó que, aunque no protagonice la obra, me gusta hacer esto, así que no lo dejaré.

Jackson mejoró su baile y todo fue mejor, incluso me atrevo a decir que lo hacemos mejor que los protagonistas.

— Muy bien chicos, mañana los veo a las tres, la obra empieza a las cuatro, por favor, todos puntuales.

Salí unos minutos antes de que sonara la campana del receso.

Caminé hasta mí casillero, pero noté que Chloe estaba en el suyo con una expresión algo triste, así que fui hacia ella.

—¿Chloe? ¿Estás bien? —verme la sorprendió mucho. Pude ver un papel en su mano, pero lo guardó enseguida. —¿Qué es eso?

— Nada. —respondió fría.

Dio media vuelta y se fue sin más. No la perseguiré, es obvio que quiere estar sola, cuando se pone así ella suele contarme un día después, luego de que se estabilice.

La campana sonó y todos los estudiantes salieron de sus salones. Stella al verme corrió hasta a mí.

—¿Viste a Chloe? —ni siquiera me saludó.

— Sí, acaba de irse, ¿Qué pasó?

— Estábamos en clase de Química cuando ella salió algo inquieta luego de recibir un mensaje, nunca me dijo sobre qué era. ¿Te dijo algo? —negué.

— Nada. —nos quedamos pensando un momento.

— Quizá mañana nos diga. Vamos a casa.

En casa todo lucía normal; Amy veía televisión, me pregunto cuánto tiempo la tendremos con nosotras.

—¿Dónde está mamá? —preguntó Stella.

— Salió con la Sra. Angela por comida, dijeron que volvían enseguida.

—¿Casa sola? Genial. —sonrió Stella.

— Así es. —Amy le siguió el juego, últimamente esas dos se llevan muy bien.

— Quiero ir a ver una película, Michael y unos amigos nos invitaron, ¿Vienen? —Amy asintió feliz. Yo por mi parte no iré, no tengo ánimos, ver a Michael ahora sería algo incómodo, necesito estar sola y descansar por hoy.

— Vayan ustedes, si quieren llévense el auto. —propuse.

—¿No vienes? ¿Segura?

— Sí, quiero descansar por hoy.

Las chicas salieron de la casa al instante dejándome sola en casa. Aseguré la puerta y subí al segundo piso dispuesta a dormir, pero me detuve frente a la habitación de mamá. ¿Y si busco un poco? ¿Y si encuentro algo sobre Roger? Mamá de seguro sabe algo.

Entré a la habitación, siempre tan ordenada y limpia, nada comparado con la mía. Mamá guarda todos sus papeles dentro de una cajonera junto a su cama. No soy de la clase de hija que se la pasa en el cuarto de su madre buscando quién sabe quién, así que mamá no tenía la necesidad de poner seguro a sus cosas, lo cual me sirvió por esta vez.

Sólo encontraba comprobantes de pago junto con otras facturas, hasta que vi una carpeta negra en el último cajón, muy bien refundida, extraño.

Eran papeles muy diferentes a los demás, estos trataban sobre la muerte de Roger, había desde recortes de periódicos que hablaban sobre su muerte hasta fuertes depósitos de dinero por parte de mi madre a otra cuenta que nunca antes había visto.

No se me ocurría nada más aparte de tomarle fotos a aquellos papeles, si le pregunto a mamá de seguro me dirá que deje de husmear.

Estaba en mi habitación a revisar bien los papeles cuando pude ver un auto nada familiar estacionarse frente a la casa, mamá salió de ahí junto a un hombre, no lo había visto hace tanto tiempo.

Escuché la puerta abrirse y luego a ella entrar.

— Creo que estamos solos, al fin podemos hablar. —esa era la voz de mamá.

— No creo que haya mucho de qué hablar. He tomado una decisión respecto a Emily, y no está a discusión. —so voz era tan grave y masculina como siempre.

— No te la llevarás, no puedes. —mamá también puede ser muy estricta cuando quiere.

—¿En serio piensas que puedes decirme qué hacer? No olvides que si me fui fue por tí, por lo que hiciste.

— Fue por el bien de Emily, lo sabes.

— Sólo sé que ella no tiene que estar aquí, no es ético. No después de lo que pasó.

Estaba cansada de que hablaran de mí como si no estuviera.

— Y díganme entonces, ¿Qué fue lo que pasó? —intervine.

Ambos se quedaron en silencio al notar mi presencia.

Entonces pude ver mejor al hombre que tenía frente a mí, hace casi un año que no lo veo, luce exactamente igual, a excepción de su barba que ahora es más notoria.

— Hola Emily. —saludó con una sonrisa, la cual no devolví.

— Hola, papá.

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