Día Diecisiete

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Toronto—Canadá 11 de febrero de 2016.

—¿Y bien? —me encontraba de brazos cruzados esperando una respuesta por parte de mis padres— ¿Es que no piensan decirme nada?

— No deberías estar aquí Emily. —dijo mamá enojada.

— No, él —señalé a mi padre— no debería estar aquí.

— Ella tiene razón —intervino él— será mejor que me valla. Hablaremos luego Angela.

Papá salió de la casa.

—¿De qué hablaban mamá?

— No es de tu incumbencia. Ya deja de meterte en asuntos que no son tuyos y vete a tu habitación.

— Claro que es de mi incumbencia, ¡Estaban hablando de mí! —levanté mi tono de voz.

—¡Que no lo es! ¡Ve a tu habitación! —quizá y ya es hora de que le cuente todo a mamá.

— Tengo que contarte algo mamá...

—¡A tu habitación! —me volvió a  interrumpir.

— Pero es muy importante...

—¡A tu habitación maldita sea! —nunca antes la había escuchado tan molesta, pero aquí la que tiene que estar molesta soy yo.

Di media vuelta, subí a mi cuarto, azoté la puerta y me encerré en la habitación. Justo cuando quiero hablar con mamá sobre lo que está pasando ella se comporta de una manera tan extraña, y lo peor es que no me quiere decir qué es lo que sucede.

La tarde se pasó rápido, no sabía si Stella y Amy ya habían regresado o si mamá ya estaba dispuesta a hablar, lo único que sabía es que tengo sueño, sin contar el hambre que me cargo.

Tomé mi celular para distraerme un rato, pero lo único que obtuve fue un mensaje de mi querido acosador Roger.

«Mañana te espera un gran día cariño,

— R»

Cierto, mañana es la obra de teatro que organiza la preparatoria, no he pensado en eso.

Vi el reloj, ya era algo más de las siete de la noche, suelo acostarme a dormir mucho más tarde, pero creo que por esta ocasión dormiré antes, mañana es un misterio.

Toronto—Canadá 12 de febrero de 2016.

—¿Emily? —abrí mis ojos y con lo primero que me encontré fue con Stella.

—¿Qué sucede?— dije aún medio dormida.

— Es hora de ir a clases, la obra empieza en dos horas, date prisa.

—¿Para qué? —solté un bostezo— Soy la suplente. —me encogí de hombros.

— Aun así, debes ir. Anda, levántate.

Aunque de mala gana y con sueño me puse de pie, me da una ducha y listo, en menos de veinte minutos ya estaba lista para irme.

Bajé al comedor donde me esperaban todos excepto mamá y mi tía.

—¿Y nuestras madres? —ambas, Stella y Amy se encogieron de hombros.

— Cuando desperté no había nadie, creo que salieron muy temprano.

Mamá aún me debía una explicación sobre lo de ayer, tiene que explicarme.

Me senté a comer mientras Stella y Amy me contaban sobre cómo les fue ayer, sin embargo, yo no las escuchaba de todo, mi cabeza estaba en otro lado.

— Bueno, hora de irnos. —Stella se puso de pie, al igual que yo.

— Te veo en la tarde Amy. —me despedí, ella sonrió de vuelta.

Llegamos a la preparatoria justo a tiempo, todos estaban apurados con las cosas que debían hacer, hoy por ser un día con eventos no había clases, pero aun así la asistencia era obligatoria.

Fui directo a mi casillero junto con mi prima, no haré nada emocionante hoy, creo.

—¡Emily! Hasta que te encuentro. —Brice, uno de los actores de la obra apareció jadeando.

—¿Qué sucede?

— Melissa no aparece por ningún lado y necesitamos empezar con la obra. Serás la protagonista, vamos. —me tomó del brazo antes de que respondiera.

Stella y Brice me llevaron hasta el lugar donde se llevaría a cabo el evento, todos estaban apurados con los preparativos.

—¡Emily! —la maestra López vino hasta mí— Ve a cambiarte, empezamos en 20 minutos.

Nadie me escuchaba, quería decir que no, que no quería hacer esto, tengo un muy mal presentimiento sobre lo que pasará.

Me llevaron hasta el camerino donde dos chicas que no conocía empezaron a hacer milagros con mi rostro y cabello, para cuando acabaron no me reconocí a mi misma, el maquillaje era como dos tonos más claro que mi color natural. Me sentí como un payaso a punto de salir a su obra, seguí teniendo ese mal presentimiento que me decía ​que me decía que saliera de alli lo más antes​ posible.

La maestra anunció nuestra salida ante los estudiantes sentados esperando por nosotros, ni siquiera tuve oportunidad de decirle a Michael que las cosas cambiaron de rumbo.

Dejé los nervios y angustias atrás para concentrarme en lo que tenía que hacer, si voy a hacer esto lo haré bien.

El primer acto fue todo un éxito, el público nos aplaudió tanto que aquella inseguridad desapareció al instante.

— Segundo acto, salgan. —gritó un compañero de clase, al parecer se toma muy enserio eso de dirigir.

El siguiente acto era sobre el baile de los protagonistas, una de mis partes favoritas.

Salí primero yo, como habíamos ensayado. Luego vino Romeo, aunque él lucía distinto, sus movimientos carecían de elegancia, era más tosco para caminar y moverse.

Se acercó a mí he hizo y movimiento con sus manos haciéndome quedar apoyada en sus brazos. Todo era perfecto hasta que ví sus ojos, no ví toda su cara debido el antifaz que la cubría, pero lo que sí noté fue que los ojos azules de quien sería mi Romeo fueron reemplazados por unos de color verde intensos.

El primer pensamiento que vino a mi mente fue Roger, así que por instinto, y sin importarme las personas que me observaban, me solté de él cayendo de espaldas al suelo.

En el suelo tuve una mejor visión de la parte superior del lugar donde se encontraba colgada una gran lámpara de utilería, exactamente a pocos metros de mí, pero eso no era lo único en el techo, había algo, no, alguien. Chloe.

Chloe estaba allí con las manos sobre dicha lámpara, la cual no dudó ni un momento​ en dejarla caer justo sobre mí.

Me aparté de ahí lo más rápido posible, sin embargo, el gran vestido hizo que tropezara y caí directa al suelo, donde se encontraban nuestros compañeros, todo se volvió negro, luego poco a poco mi mente se fue apagando...

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