Día Cero

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Toronto — Canadá, 26 de Enero de 2016.

Los rayos del sol se filtraban por la ventana de mi habitación, me costó un poco acostumbrarme a la luz, amaba aquellas cortinas. Siempre tuve pavor a la oscuridad así que mis cortinas dejaban pasar la mayor cantidad de luz posible, sólo así me sentía segura.
Era martes por la mañana, debía alistarme para ir a la preparatoria. De un salto salí de mi cama, estiré mi cuerpo para sacar toda esa pereza que apoyaba la idea de quedarme durmiendo cinco minutos más. No Emily, debes ir a la preparatoria, eres el futuro de la nación.
Luego de tomar una agradable ducha cogí un par de jeans claros, un suéter blanco con la imagen de un gato, uno de mis favoritos y una bufanda negra, era una mañana fría.

Mientras amarraba mi cabello en una coleta bajé por las escaleras y no había nadie, mamá debió haber ido temprano a su oficina, el trabajo en el banco suele ser muy pesado.
Me dí un breve vistazo frente al espejo y sí, me gusta lo que veo, tomé las llaves de mi auto y salí a por él. Tengo poco tiempo con mi licencia, hace unos meses cumplí 17 y ya era hora de poder movilizarse libremente, mamá accedió, sacó un préstamo del banco y compró un auto para mi, no es uno último modelo, pero me sirve.
Antes de llegar al garage ví que varias cartas estaban en el buzón, no les presté atención y seguí mi camino.
Llegué justo a tiempo, dejé el auto en el estacionamiento y corrí hasta donde estaba Chloe esperándome.

— Tan madrugadora como siempre — el sarcasmo se notaba en su tono.

— Cierra la boca y date prisa, la anterior vez nos dejaron fuera del salón, no quiero que pase otra vez. — Tomé a Chloe por el brazo y fuimos a clase de Literatura justo a tiempo antes de que el Sr. Lincoln cerrara la puerta.

— Justo a tiempo — murmuró Chloe en mi oreja.

Las clases pasaron rápido, luego de Literatura vino el Maestro Seller con biología a hablarnos sobre células. Durante toda la clase Chloe se la pasó haciendo caras burlándose del maestro hasta que le llamaron la atención.
Apenas salimos sentí a Chloe agarrarme por el brazo.

— ¿Que harás en el receso? — Caminamos hasta llegar a los casilleros. Abrí el mío y metí todos mis libros.

— Saldré con Michael ¿No hay problema? — cerré mi casillero quedando frente a Chloe quién me miraba como si quisiera asesinarme. Le rogué con los ojos y ella puso en blanco los suyos.

— Como sea, saldré con Lisa entonces — Lisa es la vecina de Chloe, se llevan bien.

Michael apareció frente a nosotras agitando unos boletos.

— Adivina quién consiguió entradas para la obra que se estrenará este viernes en el teatro. — se acercó a mí colocando un suave beso en mis labios, Michael y yo hemos sido pareja desde hace dos años atrás. En serio amo a ese chico.

— Eso es genial cariño — dije, aquella obra estaba generando gran impacto, se decía que era muy buena.

— Si, y tú vas a acompañarme — sonreímos.

Chloe aclaró su garganta — No olviden que sigo aquí. — Michael y yo reímos.

—Jamás lo haría — fui hacia ella y la abracé fuertemente — ¿Qué? ¿Tú también quieres un beso mío? — la molesté por unos segundos antes de que decidiera irse.

Michael habló conmigo sobre cómo le fue en su visita a sus abuelos en Boston y sobre los avances que ha tenido el equipo de fútbol en la última temporada. Al finalizar el descanso me despedí de él y fui a clases.

Las siguientes clases fueron una tortura teniendo que lidiar con la Sra. Firdman y sus anécdotas de vida, de todas las clases estás eran las que más me aburre.

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