Día Once

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Toronto-Canadá 06 de febrero de 2016.

Empezó el fin de semana y Michael ya estaba en la sala esperándonos para ir a hablar sobre Roger. Ayer, luego de que nos descubriera a media noche irrumpiendo la preparatoria como delincuentes nos pidió... no, nos exigió que le contemos toda la verdad, y para ser sincera, por una parte, quiero hacerlo, necesito tener su apoyo para superar​ todo esto, pero por otro lado temo por su seguridad.

— Entonces... —Stella entró a mi habitación cuando aún no me ponía la blusa, pero me da igual, quizá no somos de esas primas que van de compras y charlan sobre chicos, pero sí somos de esas primas que se salvan la vida, y eso es indicio de confianza, mucha confianza—¿Le contarás todo a Michael?

— Si, lo haré. —respondí mientras terminaba de vestirme.

— Hacen bonita pareja. —sonrió y le devolví el gesto.

— Pensé que vendrías con nosotros, las dos nos hemos involucrado en esto. —negó con la cabeza.

— No lo creo. Si salimos los tres será sospechoso, pero si salen ustedes dos será algo así como una cita.

— Tienes razón —fui hacia ella y besé su mejilla—. Te veo en la tarde para que me acompañes a casa de una compañera y a visitar una conocida.

—¿Qué compañera? Y ¿Qué conocida? —lo que diré quizá no le guste mucho.

— Bonnie y Ellie. —su expresión fue enserio épica, hasta soltó una pequeña carcajada, pero al ver que yo no bromeaba borró la sonrisa de su rostro.

— Está es la parte donde dices que es una broma —puse la sonrisa que frecuentemente me saca de problemas—. Oh no, no me vengas a sonreír porque no, no pienso acompañarte, y para ser sincera tú tampoco deberías ir.

—¿Por qué no? —por la manera en que me miró pensé que iba a abofetearme.

—¡¿POR QUÉ NO?! —subió su tono de voz—¿Qué te parece el hecho de que una te exhibió ante la preparatoria? Y claro, no olvidemos a Ellie, que trató de asesinarte.

— Es cierto, pero tampoco olvidemos que de alguna manera Roger estuvo detrás de todo lo que pasó, y eso significa que al menos una de ellas debe saber algo de él.

— O ella. —se encogió de hombros.

— Dudo que la persona que nos atacó ayer sea una mujer. ¿Tú que crees que sí?

— Lo único que sé es que hay muchas posibilidades, no sabemos a qué nos enfrentamos.

—¿Me acompañarás? —tomé su silencio como un no— Está bien. Iré sola. —suspiró.

— De acuerdo. Iré.

— Te veo a las cuatro.

Me despedí de Stella y bajé hasta la sala donde me esperaba Michael, se veía tan bien como sólo él podía, su cabello despeinado, jeans gastados y su sonrisa perfectamente blanca hacía que tu cuerpo se estremezca.

— Luces... genial. —dije mientras bajaba por las escaleras.

— Igual tú —sonrió, pero su sonrisa no llegó hasta sus ojos—. ¿Nos vamos?

El recorrido resultó ser más incómodo de lo normal. Michael apenas me miraba o me dirigía un gesto, pero ese silencio debía romperse.

— Y.... bien... ¿Cómo va el equipo de fútbol? Chloe dice que han tenido varios partidos. —pregunté para romper en algo la tensión.

Michael asintió. — Hemos tenido un par de partidos, ganamos todos ellos. Debiste verme jugar... fue... asombroso —sonrió ampliamente, pero esa sonrisa desapareció en un abrir y cerrar de ojos—. Sin embargo, has estado ocupada.

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