Día Treinta y cinco.

2.9K 321 34
                                    

Toronto - Canadá, 01 de marzo de 2016

— Entonces eso fue lo que sucedió... —el Dr. Payne se había quedado a escuchar mi historia, no entiendo cómo es que no se fue.

— Sí, así fue como pasó, ahora entenderá usted por qué no puedo simplemente irme, hay gente ahí afuera que me interesa. —mi estómago rugió, creo que ya era hora del almuerzo.

—¿Eres estúpida o simplemente miedosa? —khé.

—¿Disculpe?

— No, no te disculpo, el simple hecho de quedarte aquí es un acto de cobardía, ya hace exactamente dos semanas se cumplió dicha fecha y tú sigues refugiada con miedo de que un imbécil te haga más daño. —nunca un desconocido me había hablado de tal manera.

—¿Qué se supone que haga? ¿Salir con un bate a buscar a Roger? —aprobó la idea con un gesto— No, por Dios. Usted es el peor psiquiatra que existe.

—¿Por qué? ¿Por sugerirte que enfrentes tus miedos en vez de huir tal cual niña de 5 años?

— No lo entiende, ya perdí a tres personas, no quiero perder a más.

—¿Qué? ¿Piensas quedarte aquí toda la vida? —me encogí de hombros— ¡No!

— No puedo sólo salir y golpear a quien yo crea sospechoso doctor. —se puso de pie .

— El único consejo que te puedo dar es que salgas de aquí y te liberes de quien quiere manejar tu vida a su antojo, no importa que haya pasado anteriormente, eres tú la dueña de vida, no dejes que nadie se apropie de ella. Recuerda que quedarte aquí es darle la victoria servida, las personas que te importan estarán a salvo cuando sepas quién es que quiere acabar contigo, recuérdalo.

El doctor no esperó una respuesta de mi parte para irse.

Me recosté en aquella cama pequeña mirando al techo vistiendo una bata muy parecida a las que te dan en el hospital, estaba pensando en qué será de mi vida aquí en unos días, en unos meses, o en unos años, ¿Realmente me quedaré aquí? No quiero desperdiciar mi vida complaciendo a un psicótico con sed de venganza, el doctor tenía razón, ésta es mi vida y yo soy dueña de ella.

Me puse de pie para ir y decirle a la secretaria que me iría de aquí, quizá a casa de Chloe posts estabilizarme y saber qué hará en el futuro.

Apenas di un piso en dirección a la puerta un hombre entró por la misma.

—¿Papá? —lo reconocí al instante, lo había puesto a él como el responsable por mí, creí que vendría antes, no cuando ya pensaba irme.

— Emily, ¿Podemos hablar?

— Ingresé aquí hace dos semanas ¿Y ahora quieres hablar?

— No sabía cómo presentarme ante tí... —tomó asiento en la silla donde había estado el doctor hasta hace un momento.

— Pues verás, vienes en tu auto y le pides a Brenda que te dejé pasar. —Brenda es la enfermera que permite el paso a la visita, no he tenido mucha a más del doctor, preferí que nadie a más de mi padre sepa de mi ubicación

— Emily...

—¿Qué es lo que quieres?

— Hablar contigo.

— Te he pedido eso desde hacía mucho, y nunca quisiste. —no sabía si enojarme o arrojarme a sus brazos, me hace falta tanto un abrazo...

— No quería tener que conversar contigo por muchas razones, pero creo que es hora.

Bienvenida al juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora