Día Tres

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Toronto—Canadá 29 de Enero de 2016

Era el último día del fin de semana y yo seguía sobre mi cama sin hacer nada, Michael había llamado sin parar, pero yo ignoraba sus llamadas al igual que las de Chloe, me limité a enviar un mensaje reportando que estaba viva.

Mamá me dijo que Sara, una tía mía de Francia vendrá a visitarnos junto a su hija que es casi de mi edad, soy mayor con unos cuantos meses. Me despertó temprano a arreglar la casa y a preparar la comida, hace muchos años que no veo a mi tía, ni siquiera conocía a Stella, mi prima.

Alguien llamando a la puerta hizo que me paré de mi zona de confort. Mamá asomó su cabeza tras la puerta.

— Tu tía está a treinta minutos de aquí así que iré en el auto a verlas mientras tanto ayúdame con la sala, acomoda las cortinas y limpia los muebles, están todos empolvados. Te veo luego. —pude escucharla bajando por las escaleras y para cuándo me asomé por la ventana de mi habitación ya se había ido.

Fui a hacer lo que me dijo mamá, limpié los muebles, ordené las cosas tiradas y hasta tuve ánimos de limpiar las ventanas, era lindo tener la casa en orden.

El aeropuerto más cercano estaba a 40 minutos de aquí así que mamá llegaría en media hora.

Candy se sentó a mi lado en el sofá, me acosté y ella se puso encima mío tratando de lamerme.

— ¡Candy! —empecé a reír, estaba causándome muchas cosquillas.

Candy me miró divertida y al agachar su cabeza un collar apareció a mi vista, de seguro estaba ahí desde antes, nunca me tomé el tiempo de jugar con ella y explorarla, mala jugada, Candy era un regalo de Roger y estoy segura que lo hizo con un propósito, pero nunca lo tomé e cuenta.

Quise desabrochar el collar, pero la perra gruñó así que me alejé. El collar era muy femenino, una delicada cinta rosa recorría su cuello y del centro colgaba una placa dorada con algo escrito en ella. Le eché un vistazo. Wall street E48B53. Una dirección.

Fui hasta mi computador para buscar información sobre la dirección. Resulta que está a afueras de la ciudad como a veinte minutos en auto.

Mi celular sonó, un mensaje de Roger.

«Tendremos una cita, te encanta ir de compras así que es lo que harás. Irás al CityMall en una hora y entrarás a Bebeauty, sé cuánto te gusta esa tienda, te probarás lo que escogí para ti, si gustas puedes llevar a tu prima que llega hoy, habrá regalos para ti en cada vestidor.
— Roger»

¿Hay algo que no sepa este tipo?

A 20 minutos de recibir el mensaje yo ya estaba lista, sólo esperaba a que mi tía llegué junto a Stella e irnos, el centro comercial no está lejos, pero quería estar puntual allí. No sé cuándo me volví un cordero de Roger, ¿En qué momento decidí obedecer a sus órdenes sin poner resistencia?

El timbre sonó y sin pensarlo dos veces abrí la puerta. Mamá venía acompañada de dos mujeres más, muy parecidas, pero sin duda una era mayor. Tía Sara era muy parecida a mamá, mismos ojos turquesas, piel pálida con un cabello muy largo rubio, lo único que había sacado a mamá fueron los ojos, ella dice que me parezco más a papá, mi piel hace contraste con la de mamá al igual que mi cabello, negro y rizado. No reconocí a la chica junto a Sara, era quizá de mi misma edad, pero idéntica a su madre, cuerpo esbelto, mismo cabello, ojos e incluso la forma de fruncir el ceño.

— ¡Emily! — antes de que me diera cuenta Sara me envolvió en sus brazos con tanta fuerza que no podía respirar — ¡Cómo has crecido! — Tenía razón en eso, el verano pasado era un completo Minion hasta que la pubertad entró en juego. Me separé de ella y le dediqué una sonrisa.

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