Día Dieciocho

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Toronto-Canadá 13 de febrero de 2016

— Hija, debes comer algo. El doctor dijo que estás con anemia, y todo por no comer bien —mamá lleva intentando subirme el ánimo desde hoy en la mañana, pero nada funcionaba—. Dejaré la comida aquí, cuando vuelva espero que ese plato esté vacío.

Mamá se fue dejando la bandeja con comida sobre la mesa junto a la cama.

Ayer desperté en sala de urgencias  luego de quedar inconsciente debido a que la obra de teatro no resultó tan bien como esperaba​, y en parte gracias a mi "mejor amiga" que se volvió loca por unos segundos. No entiendo por qué lo hizo, de todas las personas, ¿Por qué ella? Le he enviado docenas de mensajes y la he llamado tantas veces que hasta perdí la cuenta. Necesitaba hablar con ella, de alguna u otra manera haré que confiese todo.

Alguien entró a mi habitación. Stella. No le he dicho nada sobre Chloe.

—¿Se puede?

— Pues ya entraste.

Stella se sentó en la cama.

—¿Cómo te sientes? —no la había visto desde la obra, se notaba su preocupación.

— Estoy bien —me encogí de hombros—. Oye, hay algo que debo decirte —ella debe saber—. Lo que pasó ayer no fue un accidente, Chloe dejó caer la lámpara sobre mí, la ví.

—¡¿Qué?! ¡Pero es tu amiga! Es imposible.

— Pues la ví. ¿Crees que ella sea Roger?

— No lo sé, sería muy... obvio. Quizá Roger la utilizó nada más, hay que hablar con ella.

— Lo haríamos, si tan sólo diera alguna señal de vida. Estoy furiosa, pero a la vez preocupada por ella.

— Entonces vístete, hay que ir a clases a buscarla, y si no está ahí iremos a su casa, pero de que la encontramos, la encontramos. —me gustaba esa idea.

Me cambié como toda una ninja, en menos de cinco minutos ya estaba en la sala lista para irme. No me molesté en decirle a mamá que saldría, ella no impediría que salga esta vez.

Entramos al auto y lo puse en marcha, extrañaba manejar.

—¿Qué más te llamó la atención de ayer?

— Creo que ví a Roger, creo haberlo tenido a centímetros de mí, incluso creo que hubo contacto físico.

— Ok ok —movió sus manos de forma exagerada—, explícame eso.

— Hubo un intercambio de papeles, quien se supone sería mi Romeo tenía unos ojos azules, pero fueron reemplazados por unos verdes, que se me hacen conocidos. —sí, me refiero a Justin.

—¿Aquel chico Justin? —asentí.

— Creo que tenemos a nuestro Roger.

— Para el auto. —¿Wtf?

—¿Qué?

— Detén el auto —obedecí—. ¿Por qué?

— Aquella casa —Stella señaló una casa color beige como a cincuenta metros—. Esa es la casa de Justin. —la miré impresionada.

—¿Cómo sabes eso?

— Lo seguí, pero no le digas a nadie. —me guiñó un ojo.

— Vamos.

Salimos del auto y de manera sigilosa fuimos hasta la gran casa.

—¿Deberíamos tocar la puerta? —asentí a mi prima que se encontraba tras un arbusto.

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