Día Doce

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Stella.

Toronto-Canadá 07 de febrero de 2016

Ayer nos llevamos un gran susto al recibir una llamada del hospital diciendo que alguien encontró a Emily inconsciente dentro de unos de los ascensores, al parecer ella es claustrofóbica, pero lo raro es que nunca dijo nada sobre eso, y algo aún más raro es que entrara por cuenta propia aun sabiendo que si permanecía unos minutos más, hubiera muerto de un infarto.

Por mi parte también estaba algo nerviosa, ayer, mientras esperaba a Emily alguien con una máscara de un feo payaso entró a casa y luego me noqueó de un sólo golpe, pero estoy satisfecha de haberle clavado un tacón que saqué del armario de Emily, espero y no se enfade por la sangre en él.

Angela, la madre de Emily salió de la habitación donde estaba ella internada y se dirigió hasta mí.

— Deberías ir a casa, luces cansada. —sí, quizá lucía como un mapache trasnochado, pero no me iré.

— Oh no, claro que no. Estoy bien. —intenté sonreír, pero no funcionó como creí.

— Hay —apoyó sus delgadas manos sobre mis hombros—, te necesito en casa. Hoy es siete de febrero. —¿Y eso qué importa?

— Y...

— Es cumpleaños de Emily —eso sí que no me lo esperaba—. Es por eso que quiero que vayas junto a Michael y Sara a preparar todo para festejarla.

— Pero ella aún está internada, no creo que pueda salir.

— Lo sé, es por eso que traeremos la fiesta hasta ella —estoy segura que mi cara le dijo que no entendía nada—. El doctor dijo que despertaría en unas horas, y que por ser ésta una fecha especial, podemos hacer un pequeño festejo en su nombre.

— Eso... Suena bien —sonreí—. ¿Qué necesita que haga?

— Michael está en casa junto a Sara y Chloe, compren un pastel y vengan bien arreglados. Emily necesita su apoyo. —asentí.

— De acuerdo. Me llevo el auto.

Salí del hospital y fui hasta el auto. Una vez en marcha conduje lento, todavía no estaba familiarizada con las calles de por aquí, sin embargo, no me perdí, lo cual es bueno.

En el trayecto empecé a divagar sobre lo intensa que se ha vuelto mi vida desde que Emily me platicó sobre Roger. Casi muero por más de una vez al igual que ella, y ha sido la misma Emily quién me ha salvado de todas esas veces, en realidad le debo la vida.

Llegué a casa y sí, allí estaban todos.

— Hija, qué bueno que llegas. ¿Cómo sigue tu prima? —mamá se acercó a mí y me envolvió entre sus brazos, pero al separar un mechón de cabello de mi oreja vio el golpe recibido ayer— ¿¡Pero qué te pasó!?

— Nada, mamá, ayer me caí de la cama. Estoy bien —eso no pareció convencerla—. Hey, estoy bien, no es nada.

— De acuerdo. —sonrió de mala gana.

Alguien detrás de nosotros se aclaró la garganta. Michael.

— Entonces... ¿Nos vamos? —dijo en mi dirección.

—¿A dónde? —sé que responder a una pregunta con otra pregunta es ilógico, pero al diablo.

— Tú y yo compraremos el pastel junto con un bonito regalo mientras que Sara y Chloe van a decorar la habitación de Emily. —se acercó a mí, se despidió de mi madre y la amiga de Em y me llevó hasta el auto, otra vez.

— Debiste traer a Chloe. No conozco esta ciudad, ni siquiera sé dónde puedo encontrar un spa, créeme, lo necesito. —dije mientras me aseguraba el cinturón dentro del asiento de copiloto.

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