5. Entretener a un bebé

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Severus parpadeó varias veces, mientras se preguntaba si había oído bien. Tal vez había sido, tan sólo, producto de su cansada mente. Porque le resultaba un tanto increíble que ella le haya dicho que iba a quedarse a dormir allí también. Contempló a la jovencita y vio la sinceridad en sus ojos. Sí, definitivamente, había oído bien. ¿Pero por qué rayos querría...? Por el bebé, se respondió de inmediato.

Alzó una de sus cejas.

-¿O sea que usted también quiere quedarse?- le preguntó para corroborar sus sospechas.

-Bueno... no es quiera- se apresuró a explicar ella con un tenue rubor en sus mejillas-Pero no quiero dejar sólo al pequeño.

¿Acaso podría refutarle esa idea? Él tampoco quería quedarse a solas con aquel enano llorón pero eso no quería decir, tampoco, que deseaba tener a una impertinente come libros en su casa. Adoraba su soledad y que una persona más estuviera allí, invadiendo su espacio personal, le resultaba poco tolerable. Pero debía armarse de paciencia, cosa que no tenía demasiado, y aceptar aquello. Lanzó un imperceptible suspiro de resignación.

-Le tendré preparada la habitación de huéspedes- dijo mientras se levantaba y en su rostro aparecía un gesto huraño.

-Gracias- dijo Hermione obsequiándole una sonrisa amable que no había esperado recibir.

Él respondió, tan sólo, con un gruñido molesto. No es que le hubiera dado demasiadas opciones de las cuales elegir. Simple y llanamente, había elegido la que más le beneficiaría.

Unos momentos más tarde, Severus bajó nuevamente a donde ella se encontraba.

-La habitación ya está lista- indicó y estaba por añadir algo más, un comentario despectivo, pero se detuvo al contemplar a Hermione haciéndole muecas graciosas al bebé hasta hacerlo reír.

Frunció el ceño con disgusto. Aquello le parecía realmente estúpido. ¿Cómo alguien podría causarle gracia tal cosa? Rodó los ojos, poniéndolos en blanco.

-¿Me ha escuchado?- preguntó alzando la voz.

-¿Eh? ¡Ah!... Sí, señor.

Ella se levantó del asiento con el bebé en sus brazos.

-Me tengo que ir- le informó-Sólo por un momento- aclaró al ver que él fruncía el ceño con disgusto-Debo avisar a mi madre donde estaré porque salí muy de prisa de su casa hoy. Y además, necesito una muda de ropa limpia.

-¿Por qué no le manda una lechuza avisando y hace aparecer sus pertenencias?- preguntó aparentando calma.

En realidad, le aterraba la idea de volver a quedarse a solas con aquel pequeño demonio llorón. Él no tenía paciencia alguna, no le gustaban los niños y mientras más lejos los tuviera sería mejor para ambas partes.

-Mis padres se extrañarían... y desde que la guerra acabó y les devolví sus recuerdos son mucho más sobreprotectores.

Él se había enterado, por boca de Albus, lo que ella había tenido que hacer. Un acto de verdadera valentía y algo digno de admirar, había que confesarlo pero, claro, nunca en voz alta. Pero no le importaba cuántas escusas ella pudiera dar. ¡No quería quedarse solo con aquel demonio!

-¡No! Usted se quedará aquí.- ordenó con seriedad.

Hermione lo miró con molestia. ¡Encima que lo estaba ayudando se atrevía a darle órdenes! Era inaudito. Pero, ¿Qué otra cosa se podía esperar de ese hombre? Después de todo, era Severus Snape.

-¡Me voy!- dijo con firmeza, intentando no dejarse intimidar por él-Tome- le entregó de tal modo el bebé que él no pudo hacer otra cosa más que tomarlo entre sus manos-Entreténgalo mientras no estoy. Prometo no tardar mucho.

Sentir causa demasiado dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora