Habían pasado tres horas, catorce minutos y treinta segundos desde que lo había besado. No es que estuviera prestando demasiada atención al tiempo. Lo que sucedía era que el reloj que tenía en su muñeca le marcaba la hora con bastante precisión y...
¡Merlín! No podía engañarse a sí misma, aquello era estúpido. Ya iba siendo hora de admitir que ese corto tiempo que había pasado al lado de su ex profesor la había trastornado y, como resultado final, se encontraba totalmente fascinada por él. Mucho más de lo que había estado antes de que todo aquello sucediese.
Pero, a pesar de que cientos de veces, en su imaginación y en sus sueños, se había repetido esa escena que tres horas atrás había acontecido, jamás había esperado que pudiera sentirse tan condenadamente bien. Definitivamente, la realidad superaba con creces la ficción. Al menos en lo referente a lo que sucedía en su mente. Porque durante ese beso que compartieron ella se había dado cuenta de otras cosas que habían escapado a su atención anteriormente, principalmente el aroma que desprendía su cuerpo. Como una idiota romántica podía decir que podría acercar su nariz al cuello de Snape y aspirar profundamente sin cansarse, llenando sus pulmones con ese olor masculino tan particular. ¿Cómo podría ser que ese hombre que siempre creyó frío fuera tan...? ¿Tan qué? ¿Caliente? Dudaba que esa sea la palabra que deseaba usar en este caso. Se suponía que ella no debería tener esa clase de pensamientos y mucho menos con un hombre como él. Pero no podía evitarlo. Un temblor recorría toda su espalda cada vez que rememoraba el modo en que sus manos la habían tocado. ¡Por Morgana! Tuvo que cerrar los ojos unos instantes y concentrarse en otra cosa ya que comenzaba a sentir un particular cosquilleo en su vientre.
Afortunadamente, allí estaba Alexandre para rescatarla de sus pecaminosos pensamientos. Alex había balbuceado y movidos sus brazos como protesta, clamando su atención ya que ella se había quedado con la cuchara llena de papilla a medio camino de su boquita.
Se la dio y le sonrió al pequeño con dulzura.
No tenía idea de lo que iba a suceder al día siguiente en el Ministerio pero en ese corto tiempo ella ya se había encariñado con el pequeño y no quería separarse para siempre de él. Seguramente Snape la llamaría estúpida... pero no le importaba demasiado lo que pensara. No, no debía importarle... demasiado.
Tomando aire profundamente alzó los ojos y lo contempló. Él estaba sentado frente suyo leyendo un libro de tapa marrón que tenía unas palabras indescifrables de color plateado. Su rostro no tenía expresión alguna, salvo por unas pequeñas arruguitas que se formaban al costado de sus oscuros ojos cuando leía algo que no le gustaba. Bajó la vista un poco más y se descubrió observando aquellos labios, delgados que parecían ser firmes pero que ella había descubierto suaves y tiernos. ¿Alguna vez había pensado que a Snape podría calificárselo como "tierno"? Jamás en su vida pero ahí estaba haciendo tal cosa. Sonrió suavemente antes de apartar la vista y contemplar a Alexandre. Le dio de comer tranquilamente, jugando con él, haciéndolo reír para disfrutar de esa comida a pesar de que el hombre que tenía adelante captaba gran parte de su atención. Varias veces creyó que él la observaba pero cuando lo miraba siempre lo encontraba concentrado en su condenado libro. ¿Qué tanto podía estar leyendo? ¿Tan importante debía ser? No, no estaba celosa de un libro. Eso sería demasiado ridículo de su parte...
Cuando termino de alimentarlo, el pequeño se retorció en sus brazos. No quería estar quieto y desde que Snape lo había dejado vagar por la casa gateando eso era lo único que quería hacer. Hermione le limpió bien la boca y luego lo dejó en el suelo pero sin perderlo de vista. Ya había quedado demostrado que un bebé suelto era cosa peligrosa.
Alex comenzó a gatear alrededor del suelo de la cocina-comedor tocando todo lo que se cruzara en su camino, las patas de las sillas y de la mesa, las piernas de Hermione. Hasta llegar al lado de Severus. Se aferró con sus pequeñas manitas al pantalón del hombre y tironeó de la tela suavemente como si clamara de su atención.
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Sentir causa demasiado dolor
FanfictionLa tranquila calma de la vida de Severus Snape se ve interrumpida por la llegada de un inesperado ser a su vida. ¿Cómo se las arreglará con un bebé? (Ninguno de los personajes que ustedes lleguen a reconocer me pertenece)