La verdad sobre Alexandre

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Hermione subió rápidamente las escaleras y se apresuró a ir a buscar a Alex. Entró al cuarto donde Draco había dormido la noche anterior y los encontró a ambos jugando en la cama. Él hizo que la punta de su varita aparecieran pequeñas mariposas de humo que volaban sobre la cabeza del niño, entreteniéndolo. La imagen inspiraba una desmesurada ternura pero la sonrisa no acudió en ningún momento a sus labios. Se quitó las lágrimas rápidamente y atravesó la habitación para tomar a Alex en sus brazos. Necesitaba sentirlo en sus brazos, sentirlo junto a su pecho ... sabía que sentir su tranquilidad respiración lograría calmarla.

Draco la contempló fijamente y pudo ver como sus ojos se agrandaban inmensamente al darse cuenta que los de ellas estaban rojos y con lágrimas.

—¿Qué sucedió? —Preguntó dejando de hacer el hechizo.

Alex comenzó a sollozar con molestia pero Hermione se apresuró a continuarlo y comenzó a mecerlo con suavidad.

—Nada — le respondió dándole la espalda.

—¿Nada? ¡Vamos, Hermione! Pensé que somos algo así como amigos...

Ella se quedó rígida al escuchar nuestras. Claro que eran amigos pero estaba demasiado alterado como para querer o poder contarle a alguien lo que acababa de suceder. Él le había pedido matrimonio ... ¡Matrimonio!

—Sólo ... ¿Puedes dejarme sola? —Le preguntó sin mirarlo — Por favor, Draco ...

Él le colocó una de sus manos sobre su hombro y la obligó a girar para que quedaran frente a frente. Aún así, rehuyó de sus ojos.

¿Qué te hizo?

—¡¿A caso no sabes lo que es nada?! - le pidió con brusquedad —¡Ya déjame en paz!

Él la miró con los ojos bien abiertos pero luego asintió suavemente.

—Está bien ... estaré abajo cualquier cosa.

Draco se giró para dirigirse a la puerta pero la voz de Hermione lo detuvo.

—Yo iré.

Él se volteó a verla asombrado.

¿Te irás? ¿A donde?

—Primero me iré a mi casa a ver a mi madre y luego al Ministerio.

¿No ibas con Snape?

El oído aquel nombre la hizo apretar los labios con fuerza y ​​hacer todo su esfuerzo para no comenzar a derramar lágrimas nuevamente.

—Estoy segura que él no querrá verme en este momento ...

¿Por qué ...?

—Por favor, Draco, no quiero hablar de eso ahora.

—Por lo menos dime si estarás bien.

Ella sonrió tristemente.

—Lo estaré.

Después de que Draco bajó a, necesariamente, tuvo un extenso interrogatorio a Severus, ella se mentalizó la casa de su madre para aparecer allí. Cuando llegó bajó los ojos al pequeño Alex, preocupado por las sensaciones que ocasionaba este acto, pero él estaba tranquilo, viendo con sus adorables ojos a su alrededor.

Se encaminó hacia el comedor donde sabían que sus padres estarían desayunando como todas las mañanas y exactamente allí los encontrados.

—Buenos días — los saludó forzando una sonrisa.

Ambos alzaron el rostro y se quedaron estáticos unos segundos al verla con el pequeño en brazos, pero como ya les había hablado de Alex el día anterior, rápidamente sonrieron y se acercaron a ellos.

Sentir causa demasiado dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora