Los sonidos de la ciudad de Londres la abrumaban. Todo era demasiado ruidoso, demasiado alborotado. No estaba acostumbrada a aquello. Se sentía perdida. Miraba a su alrededor y todo lo que veía la mareaba. No entendía absolutamente nada. Jamás había estado en el mundo muggle pero no era tan tonta como para ponerse a hacer magia frente a ellos. Esa era una regla que sus captores siempre le habían dejado claro.
Dio unos pasos, abrazándose a sí misma, mientras caminaba por el borde de la acera mirando hacia el suelo. Sintió que alguien cruzaba a su lado y chocaba contra ella.
-¿Por qué no miras por dónde vas?- preguntó una voz furiosa.
No le hizo caso. Simplemente siguió caminando. La gastada chalina que tenía sobre sus hombros era bastante delgada y no lograba protegerla del frío...
Pensó en su pequeño y sus ojos se llenaron de lágrimas.
¿Estaría protegido del frío? ¿Lo habrían encontrado?
Rogaba a Merlín o a quién fuera que así haya sido. Si algo malo le había sucedido por su culpa jamás se lo perdonaría y preferiría mil veces acabar con su vida antes que tener que vivir con esa carga... sí, era una cobarde, lo sabía y se avergonzaba profundamente de ello.
Tal vez no había sido una buena idea haberlo abandonado a merced del destino, creyendo tontamente que aquel mago que una vez la había ayudado podría hacerlo de nuevo. Ahogó un sollozo llevándose la mano a la boca.
¡Merlín, ayúdalo!, rogó mirando al cielo brillante.
...
Hermione se apareció en la cocina de la casa de Snape y se llevó el susto de su vida al sentir un fuerte sonido de una explosión proveniente de alguna parte de la casa. Y, seguido a este ruido, el llanto de un bebé. Corrió con el corazón en la boca, sintiendo que latía con perturbante insistencia, hacia la sala y vio que la explosión se había producido en el pequeño cuarto donde sabía que Snape guardaba los diferentes ingredientes de pociones.
Entró sin pensarlo, muriéndose de preocupación.
Sin embargo, la imagen con la que se encontró la hizo detenerse de inmediato e inclinar levemente a la cabeza hacia un costado mientras veía cómo habían acabado ese par: En el suelo se encontraba sentado un Severus Snape completamente despeinado, con el cabello alborotado y con el niño en sus brazos, ambos cubiertos de una sustancia verdosa que los cubría de pies a cabezas. Alexandre contorsionaba su carita mientras lanzaba estridentes gritos que, ella supuso, no eran producto del dolor sino del susto ya que no lanzaba ninguna lágrima.
Se apresuró a tomar al niño entre sus brazos mientras lo atraía contra su pecho y sentía como su pequeño corazoncito latía velozmente. Lo acunó suavemente a la vez que lanzaba un suspiro de alivio ya que no había sucedido nada malo.
Sus manos también se cubrieron de aquella sustancia verde. La tocó y se la llevó a la nariz para olfatearla con cuidado.
-Esto es...- comenzó a decir, intentando no comenzar a despotricar contra aquel hombre que justo se estaba levantando por haber sido tan insensato.
-Sí- la cortó Snape intentando sacudir aquella cosa verde de él-Polvo de sapo. Habrá que lavar todo esto... ¡Maldito enano!
Hermione apretó los labios intentando contener las palabras. ¿Cómo podría estar más preocupado por su preciada despensa y su ropa que por el pequeño? ¿Y si se hubiera herido? ¿Y si ambos hubieran resultado heridos?
-¡Por eso detesto a los niños!- siguió diciendo Snape sin mirarla, ya que si lo habría hecho podría haber visto como ella lo contemplaba con verdadera rabia- Son una pesadilla andante... ¡Hay que encerrarlos...!
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Sentir causa demasiado dolor
FanfictionLa tranquila calma de la vida de Severus Snape se ve interrumpida por la llegada de un inesperado ser a su vida. ¿Cómo se las arreglará con un bebé? (Ninguno de los personajes que ustedes lleguen a reconocer me pertenece)