Alex aún seguía dormido en sus brazos. Ella lo acomodó mejor, con movimientos lentos y cuidadosos, para permitirse tener una de sus manos libres y así tocar la puerta pero antes de que su puño hiciera contacto con la madera para llamar se detuvo unos segundos a tomar aire profundamente. Apretó unos segundos sus dedos con más fuerza y luego los aflojó. Cuando finalmente llamó dejó que el aire que escapaba de sus labios se llevara consigo algo los nervios que la carcomían. Pero no hubo respuesta alguna.
Frunció el ceño preguntándose si él era capaz de prohibirle la entrada. Después de todo, bien en claro le había dejado a Albus que no la veía como nada más que una molestia pasajera. No entendía por qué esto le causaba tanto dolor. Se suponía que eso ella debía haberlo supuesto ya que él desde los tiempos del colegio, donde era su profesor, le había dejado en claro que no le agradaba para nada su presencia.
Volvió a tocar con mayor insistencia, esta vez procurando que el sonido se escuchara fuerte y claro.
—Entre—se escuchó desde el interior.
A sus oídos no le pasó desapercibido que la palabra había salido más como un gruñido molesto y eso le hizo recordar la única vez que había ido al despacho de su antiguo profesor. Tragó saliva y se humedeció los labios que se habían quedado repentinamente secos. Abrió la puerta con cuidado, casi con temor de que él comenzara a lanzarle insultos o le lanzara una mala mirada que le rompería aún más el corazón. Pero eso no sucedió. Él se encontraba sentado en el lado izquierdo de la capa, con la espada apoyada en el respaldar, mientras sostenía entre sus manos un grueso y antiquísimo libro. La habitación estaba a penas iluminadas con unas pocas velas encendidas que descansaban sobre un candelabro que había en la pared. Snape se ayudaba con un lumus para ver mejor las letras y no esforzar la vista. No la miró en ningún momento ni le dirigió la palabra.
Ahora ya no sabía qué era peor: que él la insultara o que la ignorara. Las dos cosas la molestaban por igual.
Tal vez debería marcharse pero sabía que él no la dejaría hacer tal cosa. A lo mejor, por esa noche sería bueno que durmiera en uno de los sillones de abajo y dejara a Alex el lugar en la cama. Pero esa idea también rechazo porque, por muy inteligente que pudiera ser ese hombre, no tenía idea sobre bebés y ya había demostrado que era peligroso dejarlo solo con uno.
—¿A caso va a dormir de pié, Granger?—preguntó él sin mirarla.
Ella casi saltó al oír esa vez tan profunda que la tomó desapercibida.
—Yo...—tartamudeó—Yo dejaré... a Alex en la cama unos momentos. Iré a bañarme—terminó de musitar algo avergonzada.
—De acuerdo—fue todo lo que respondió aún sin alzar la vista.
Hermione se quedó quieta unos momentos más aún sin atreverse a acercársele.
—¿Y bien?—inquirió él.
Ella se movió rápidamente, casi corriendo, y se acercó a la cama. Cada paso que daba su corazón comenzaba a acelerarse más y más. Intentó no hacer caso a esto y aparentar calma frente a él. Se inclinó y colocó con delicadeza a Alex sobre el colchón, procurando no despertarlo. Le acarició la cabecita apartándole algunos mechones de su cabello de la frente y sonrió como siempre lo hacía cuando veía a aquel niño. Se inclinó aún más y besó su mejilla con amor.
Cuando alzó su cuerpo un poco, pero aun sin colocarse de manera recta, notó que unos ojos negros la miraban profundamente. Se quedó sin aliento por unos segundos, mirándolo de una manera que no supo interpretar, hasta que él apartó la vista y nuevamente la posó a su libro sin pronunciar ninguna palabra.
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Sentir causa demasiado dolor
FanfictionLa tranquila calma de la vida de Severus Snape se ve interrumpida por la llegada de un inesperado ser a su vida. ¿Cómo se las arreglará con un bebé? (Ninguno de los personajes que ustedes lleguen a reconocer me pertenece)