La comida transcurrió en un rotundo silencio. Sintió varias veces la mirada de Hermione sobre él pero no se atrevió a observarla. Estaba avergonzado con su propio comportamiento. ¿Qué tenía esa mujer que no le dejaba pensar con coherencia? ¿Por qué no podía comportarse como siempre estando a su lado? ¡Se había vuelto loco, ya estaba probado! ¿Acaso había caído en el bajo arte de coquetear? Porque aquellos movimientos lentos, aquellas palabras susurradas a su oído y sus brazos alrededor de su cintura no habían sido nada más que actos de coqueteo, una seducción desmedida que él había sido incapaz de controlar. No es que se creyera un seductor, por el contrario, nunca había tenido mucha suerte en lo que a mujeres se tratase, pero con Hermione la situación parecía cambiar, porque no sólo él inconscientemente la seducía sino que era algo recíproco. Todo en ella lo seducía.
—Señor...—escuchó que lo llamaba.
Lanzó un gruñido dándole a entender que la estaba oyendo pero no alzó la vista por temor a cometer una estupidez.
—Yo... me preguntaba... si le gusta la comida que preparé.
Asintió sin demasiadas ganas. La verdad era que no había probado demasiado y no estaba prestando atención a lo que comía. Simplemente se había llevado los bocados a la boca con monotonía.
No le pasó desapercibido el hecho de que ella había titubeado bastante antes de completar la oración, dejando en claro, cuando la contempló, que aquellas palabras no eran las que había querido utilizar. No necesitaba dedicarse a la Adivinación como para poder adivinar lo que ella había querido decirle.
—Granger— la llamó luego de un largo instante de silencio—Debo hacer unos trabajos en el laboratorio y no deseo que me molesten. ¿Podrás ocuparte sola del mocoso durante toda la tarde?
—Sí, no se preocupe.
A pesar de que esa había sido la respuesta que más ansiaba oír dado que necesitaba un tiempo lejos de ella para aclarar sus pensamientos, otra parte de su ser se decepcionó ante aquella aceptación. Había esperado que se negara, que lo obligara a quedarse.
— ¿Sucede algo?
Alzó sus ojos para encontrarse con los castaños de la muchacha, que había permanecido contemplándolo fijamente durante todo el momento. No se había dado cuenta que, por unos instantes, la máscara de frialdad que siempre cubría su rostro había desaparecido para plasmar la decepción que sentía.
—Nada—dijo recuperándose rápidamente.
Se levantó y se marchó a su laboratorio personal sin haber tocado más que unos pocos bocados de la comida de su plato y sin darse cuenta de la mirada dolida de ella.
Pasó dos horas allí. Fue todo lo que pudo soportar. Las cuatro paredes y los humos de las pociones que había comenzado a elaborar parecían asfixiarlo. Limpió los calderos y los utensilios que había comenzado a utilizar y los guardó. El orden era algo muy propio de él, cosa que también notó en Hermione ya que cada cosa que utilizaba ella siempre volvía a colocarla en su lugar. Digno de admirar, definitivamente, ya que era raro ver esa cualidad en los adolescentes.
Y, era más que cierto, que aquella no era la única cualidad digna de admirar en ella.
Ya no podía seguir engañándose a sí mismo. Había algo en ella que lo cautivaba, que lo atraía, que sacaba lo más primitivo de él, algo ridículo como el "hombre de las cavernas" que deseaba que su mujer fuera suya y de nadie más. Hasta ahí le era posible admitir. Pero, por nada en el mundo, sería capaz de asegurar que guardaba en su pecho algún sentimiento que no fuera el respeto hacia ella. No podía permitírselo.
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Sentir causa demasiado dolor
FanfictionLa tranquila calma de la vida de Severus Snape se ve interrumpida por la llegada de un inesperado ser a su vida. ¿Cómo se las arreglará con un bebé? (Ninguno de los personajes que ustedes lleguen a reconocer me pertenece)