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Desperté tumbada en el suelo, mientras un rayo de luz se colaba por una ventana y me daba en la cara.

Traté de levantarme, pero sentí un gran dolor en mí espalda, así que volví a acostarme.

—Joder...— Susurré levemente. Acerqué mí mano a mí espalda con dificultad y rocé algo. Lo agarré y noté que era el mango de un cuchillo.

Mí respiración se aceleró, e intenté arrancar el cuchillo. Al hacerlo, las lágrimas salieron, mientras de mí garganta brotaba un grito desgarrador.

La sangre lleno mí mano, y lancé lejos el cuchillo. Sentía como aquel líquido caliente salía de mí cuerpo, para lentamente caer al suelo.

Un olor pútrido lleno mí nariz. Alcé mí mirada y vi algo que me cubrió de horror; varios cadáveres ocupaban el salón en el que me encontraba.

Me paré sin importar el dolor y me apoyé en la pared. La pérdida de sangre era mortal, debía detenerla.

Me acerqué con miedo a uno de aquellos cadáveres. Solté lágrimas cuando observe que entre éstos habían cuerpos en descomposición de niños, y una mujer embarazada.

Me tapé la boca y me pregunté quién sería capaz de semejante atrocidad.

Cada vez más apurada por mí herida, me acerqué al cuerpo de una mujer, y lentamente, le retiré un suéter que tenía puesto. Sus heridas aún despedían sangre purulenta, por lo que sentí arcadas.

Al terminar de quitárselo, alcé mí camisa y amarré el suéter fuertemente a la puñalada, tratando de parar el fluido de sangre.

Me dispuse a salir, y en camino a la puerta, recogí el cuchillo que había tenido clavado en la espalda.

No recordaba cuanto llevaba dormida, o cuanto habría pasado desde aquella fatídica noche, por lo cual salí de allí empuñando el cuchillo con miedo.

Necesitaba respuestas.

Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora