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Elizabeth seguía besando a Jeff, mientras su mente nadaba. Nunca había experimentado algo así, probar el éxtasis de su boca le causaba un revoloteo en el estómago, el típico sentimiento de "mariposas alborotadas", le sonaba a cliché pero no había otra manera de explicarlo.

Era extraño; ella misma se juró el día que murió su madre que jamás se comprometería en un amor, que realmente no valía la pena matarse la cabeza por nadie. "La gente no vale la pena" se repetía demasiadas veces.

Siempre fue la típica chica que era considerada plástico. Frío y reluciente. Utilizaba los sentimientos de los demás a su antojo; un par de noches de fulgor y allí acababa todo. No se comprometía, no se lo permitía.

Pero todo cambio ante la llegada de Jeff. Se maldecía por ello, pero ahora estaba enamorada. Completamente jodida gracias a ésta atracción fatal.

Separándose gracias a la falta de aire, Elizabeth posa su frente contra la de él, pronunciando con los ojos aún cerrados:

—No hagas que me arrepienta de ésto.

—No puedo asegurarte eso...— Dijo él, dándole una sorpresa a Liz.

—¿Por qué?— Dijo ella, sintiendo el nudo formarse en su garganta.

Saldrás muerta por Elizabeth, estoy atado al infierno.— Dijo él, sin anestesia.

Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora