033 <Final>.

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Aquella voz tan familiar hizo que mí alma cayera hasta mis pies, mientras mis palpitaciones irregulares me causaban mareo.

—¿Jeremy?

Me volteé y lo observé. Sus ojos se encontraron con los míos, y una sonrisa se posó sobre sus secos labios. La sorpresa me dejó anonadada, mientras las lágrimas se agolpaban contra mis ojos. La decepción y el dolor recorrieron mí alma.

—¿Sorprendida, hermana?— Preguntó, mientras sacaba una pistola de la cinturilla de sus tejanos, para apuntarme a la cara con ella.

—¿Qué..., qué estás haciendo?— Mí voz se quebró mientras mí instinto me decía que corriera lejos de él.

—Primero que nada, hay alguien que quiere hablar contigo.— Sin más, abrió la puerta con brusquedad, y yo supe lo que pasaría. Traté de correr empujándolo, pero él tomó mí cabello y jaló, teniendo control sobre mí. Me paró y me puso enfrente suyo.

—¡Camina!— Dijo, golpeándome fuertemente con la pistola en la espalda, haciendo que caminara frente suyo mientras sujetaba mí brazo.

—¿Por qué haces ésto?— Dije, invadida por el miedo.

—Cállate, joder.— Soltó. Las lágrimas cayeron a cascadas de mis ojos, mientras su agarre me hacía mucho daño.

En un momento de desesperación, empecé a gritar.

—¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme!—Jeremy me jaló aún más y me tiró al suelo, mientras me golpeaba con la culata de la pistola en el rostro. La sangre salió a borbotones de mí nariz y boca, mientras el sabor metálico me invadía.

—Nadie va a venir a salvarte.

Me volvió a levantar y nuevamente emprendimos el camino que él marcó. Me sentía a punto de desmayarme, mientras la sangre no paraba de caer. ¿Cómo carajo era qué no había nadie en éste jodido hospital?

—Ya casi...— Susurró mí atacante, al que creía mí familia. Irónico.

Pasamos frente a una recepción, y lo que ví me dejó sin aliento. Una enfermera yacía en el suelo con un disparo entre los ojos, mientras varios policías estaban apuñalados a su lado. Las lágrimas siguieron corriendo, mientras la bilis se subió a mí garganta.

—Tuvimos que hacerlo... No queríamos ser descubiertos.— Escupió por lo bajo.

Nos detuvimos frente a dos puertas grandes. Él abrió una y con brusquedad me tiró dentro, mientras yo caía con las palmas contra el suelo. La puerta se cerró y todo se sumió en penumbras, a excepción de una chimenea que estaba encendida al fondo de la gran sala.

Me incorporé y sólo pude ver algo: a Jeff cabizbajo, mientras estaba atado de pies y manos a una silla.

Sin perder tiempo, corrí hacía él y me arrodillé frente a su cuerpo.

—¡Jeff! ¡Jeff, carajo, despierta!— Dije, pegándole leves cachetadas en las mejillas, tratando de hacer que reaccionara.

Él gruñó levemente y empezó a forcejear, tratando de soltar las ataduras.

—Calmáte, shh... Estoy aquí.— Nuevamente, lloré, guiada por la confusión y el miedo que ahora tenía.

—Liz..., maldición, mírate como estás— Dijo, con la voz rota.

Agarré su rostro y lo acerqué al mío.

—No, shh. No es nada. Estoy bien. Sólo, debemos salir de aquí.— Dije rápidamente.

Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora