013.

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*Cinco meses después*

Cinco meses... Cinco jodidos meses en los que pude rehacer mí vida, por así decirlo.

Básicamente me mudé a vivir con mí madre, bajo su estricto cuidado. Nuestra relación había mejorado, al igual que con Jeremy. Los consideraba mí única familia, y aunque no tenía manera, desde el día que llegué aquí me prometí a mí misma que no dejaría que nadie les hiciera daño. Ésta vez, pondría hasta mí vida en juego por eso.

Había regresado a cursar mí último año escolar, y en tan sólo unas semanas podría graduarme. Conocí mucha gente, e hice amistad con algunas personas.

La policía ya no estaba en búsqueda de mí cabeza, por lo que podía andar campante en las calles sin temor de ser atrapada.

Se podría decir que todo se había arreglado para mí, pero... No era así. A pesar de todo ésto, yo no era del todo feliz. Todos los días repetía mí rutina; llegaba a casa y me tiraba en mí gran cama, enfrascandome en miles de pensamientos. Reflexionaba sobre todo, y me decía a mí misma que quería irme de ésta ciudad junto a ellos, quería escapar de todo lo que me atormentaba... Pero de nada serviría sí todo lo que me agobia lo llevo dentro.

Jeff aparecía casi todos los días en los noticieros. Sus asesinatos cada vez eran más macabros y sin piedad. Varias fuerzas especiales de mí ciudad e inclusive de otras trataban de darle de baja, pero todos aquellos intentos eran infructuosos. Nadie podía detenerlo.

Cuando algún informe sobre él aparecía, yo era incapaz de mirar a mí madre a los ojos. Ella sabía bien que yo había estado involucrada con él, y aunque no me lo dijera personalmente, sabía que eso le decepcionaba, y al mismo tiempo le asustaba.

A veces lo extrañaba, pero la mayoría de las veces le agradecía a Dios que lo hubiese alejado de mí. Sí mamá no hubiese aparecido aquel día... No sé que habría sido de mí. Le rogaba a los cielos que Jeff no fuese más que pasado, que nunca me volviera a topar con él, pero temía que mis plegarias no fueran escuchadas.

Tratando de no darle más vueltas a todo éste asunto, retiré las sábanas de mí cuerpo y me dirigí fuera de mí habitación, yendo a buscar un vaso de agua a la cocina.

Al abrir la puerta, me encaminé por el largo pasillo. Mí piel estaba erizada y mí pulso era errático. Me sentía asustada sin razón aparente, y eso era sumamente aterrador.

Caminaba a paso lento, cuando algo tocó mí hombro. Grité, mientras Jeremy llevaba su mano a mí boca.

—¡Shh! Despertarás a mamá.— Susurró riéndose.

Lo miré mal y le dije:

—Joder, no hagas eso... ¿Acaso quieres qué muera sobre la alfombra?— Le dije bromeando, mientras mí pulso se estabilizaba.

—Eso no sería mala idea...— Me miró divertido y yo golpeé levemente su pecho.

—¿A dónde ibas?— Cuestioné.

—Eso debería preguntarlo yo.— Respondió burlón.

—Iba por agua. ¿Y tú qué?

—Oí tus pasos y quisé investigar.

—Ah. Será mejor que vayas a dormir.— Le dije.

—Hey, ten cuidado. Ya es la hora de las brujas, no querrás que jalen de tus pies.— Dijo sonriendo, mientras yo observaba un reloj posado en la pared a nuestro lado. Eran las 3 am en punto.

—Eres el único tonto que puede creer en esas cosas.

—¡Hey! No soy tonto.— Dijo rodando los ojos.

—Como tú digas, tonto.— Añadí riéndome:— Descansa.

—Dulces sueños Liz.

Lo vi irse a su habitación, entonces seguí mí camino hasta la cocina.

Al llegar, tomé un vaso de vidrio y lo llené de agua, para luego tomar un sorbo.

Me dirigí a la puerta corrediza de cristal que daba vista a nuestro patio, y observé afuera. Todo estaba en una tranquilidad casi palpable, mientras que lo demás estaba en penumbras.

Tomé el resto del agua y regresé el vaso a su lugar. Bostecé cansada mientras me dirigía hacía las escaleras para volver a mí habitación.

De la nada, un golpeteo cerca de la cocina me sacó de mí agotamiento. Mí piel celó al máximo y mí pulso se disparó enloquecido.

Volví mí vista a la cocina, hasta llegar a la puerta corrediza.

Al otro lado, yacía Jeff con su maniática sonrisa, cubierto de la sangre de inocentes. Estaba dándole golpes a la puerta con su cuchillo, mientras que con su mano libre escribió «Liz», utilizando ese líquido carmesí que estaba fresco en sus manos.

El alma se me cayó a los pies y temblé completamente.

Ésta vez, no dejaría que le hiciese daño a mí familia.

Daría mí vida por asegurar eso.

Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora