014.

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Avancé rápidamente hacía un estante de la cocina, tomando el cuchillo más grande que pude ver. Mientras tanto, Jeff le metió una patada a la puerta de vidrio, rompiéndola con brusquedad para poder entrar a mí casa.

Se aproximó peligrosamente hacía mí, mientras yo retrocedía. Su mirada no anunciaba nada más que problemas, mientras que sus manos goteaban sangre.

—¿Qué haces aquí?— Le susurré, sintiendo la bilis subir a mí garganta.

—¿Es esa la forma de recibir a un viejo amigo?— Dijo él con voz lúgubre y sobrenatural.

Me abofeteó y caí de rodillas, mientras tomaba mí rostro y me obligaba a mirarlo.

—Me dijiste que me alejara... ¿Por qué vuelves?— Dije entrecortadamente.

—Busco diversión, Elizabeth. Y sé que contigo la tengo asegurada... Me perteneces, no puedes escapar de eso... Nunca lo olvides.— Dijo riendo.

—Haz lo que quieras conmigo, pero... No les hagas daño.— Él sabía perfectamente a quienes me refería.

—En éste momento yo soy el mayor masoquista...— Pronunció, poniendo su cuchillo entre mis ojos, empezando a presionar.

Antes de que la herida fuera grave, un llamado desde la segunda planta nos alertó, y Jeff paró su ataque.

—¡Liz! ¡¿Estás bien?! ¡¿Qué está pasando?!— Gritó preocupada mí madre.

Jeff tapó mí boca y negó con la cabeza, insinuándome que no hiciera algo que pudiera alertarla sobre la presencia del asesino. La sangre caía de mí frente, mientras temblaba.

—E-estoy bien.— Le respondí, mientras él me miraba.

Ella no respondió. Me quedé fría cuando la oí hablar unos instantes después:

—¿Hola? ¿911? Sí, hay un intruso en mí casa...— Jeff también la oyó y me miró.

—Grave error.— Corrió hacía la escalera. Al instante lo perseguí, sí mataba a mamá...

Al llegar a la escalera, me sorprendí al ver a mamá apuntando con una pistola hacía donde apareció Jeff.

—Sabía que tarde o temprano aparecerías...— Susurró ella.

Él la miró atónito unos segundos, para luego reírse psicópatamente.

—Con que eres tú la madre de Elizabeth... Que grata coincidencia.— Dijo él, mientras yo corría al lado de mí madre, presa de la confusión.

—Baja el arma, Elena. Ambos sabemos que no harás nada.— Me sorprendió cuando la llamó por su nombre de pila, entonces me asusté aún más. ¿Qué era lo qué pasaba?

Mamá río, y sin titubear, le disparó justo en la pierna a Jeff. Él gruñó mientras caía al suelo. Yo grité gracias al pánico. Ésto se estaba saliendo de control.

—Ya no es como hace unos años. Ahora... Es mí hija la que está en juego.— Mientras hablaba, se acercaba a Jeff. Y de la nada, lo pateó hacía atrás, haciendo que él cayera por la escalera.

La sorpresa me tenía rígida, mientras mamá se acercó y me abrazó.

—Nadie te hará daño...— Dijo palmeando suavemente mí espalda.

Me solté y la miré aterrorizada.

Caminé hacía el borde de la escalera, para luego observar el cuerpo de Jeff desplomado boca abajo, mientras un charco de sangre lo rodeaba.

A lo lejos, pude oír como muchas otras veces el sonido de las sirenas policíacas.

En un momento, los policías entraron.

Me alejé de la escalera y me paré, mientras mamá se disponía a bajar.

—Él está ahí abajo.— Gritó a los policías.

Podía sentir como los policías barrían la planta baja, en busca de Jeffrey. Sentía mí corazón palpitar rápidamente, mientras que mís manos temblaban.

—¡Joder, no!— Chilló mamá.

Me acerqué a la escalera nuevamente y un nudo se me hizo en el estómago.

El cuerpo de Jeff ya no estaba, y solo yacía en su lugar el gran charco de su oscura sangre.

Temblé de miedo cuando mamá ordenó:

—¡Está herido, deben buscarlo, no puede ir muy lejos!

Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora