017.

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Jane cortó la distancia entre nosotras, lanzando la primera estocada con su cuchillo. Logré retroceder antes de que llegara a mí.

Al instante, traté de correr de ella, pero al momento de darle la espalda, ella logró que su cuchillo me rozara, haciendo un tajo en mí espalda.

Caí de rodillas y chillé, mientras ella río y dijo:

—¡Vamos, Elizabeth! ¡No seas tan patética!

Agarró mí cabello y yo, tratando de huir de su aprisionamiento, dirigí mí mano a su rostro, quitándole la máscara.

Ella me soltó, y yo retrocedí. Su rostro horrible y desfigurado por las quemaduras me causó escalofríos.

Me paré y empuñé aún más fuerte la botella, aprovechando su momento de distracción para arremeter a su estómago. La botella rota se encajó en ella, sangrando al instante.

Me abofeteó y yo retrocedí, llevándome la mano al rostro. Me rompió el labio.

Ella arrancó bruscamente la botella, mientras soltaba un alarido causado por el dolor. Rápidamente, la estrelló contra el suelo y dijo:

—Vas a pagar eso.

Sin importar su herida, camino hacía mí, empuñando el cuchillo.

Retrocedí e intenté correr. Sin darme cuenta, mí cadera se golpeó contra el borde de la barra, haciéndome trastabillar hasta caer.

—¡Maldición!— Dije. El dolor era cegador.

Jane dejó caer el cuchillo y yo la miré, atónita.

Puso su mano contra la herida, la cual al parecer había sido más grave de lo que pensé.

—Maldita... zorra.— Masculló, para luego desplomarse.

Mientras respiraba entrecortadamente, cerré los ojos y quisé llorar. Eso había estado muy cerca.

Pero, no había tiempo para relajarse.

Oí voces provenientes de la entrada de la discoteca.

—Debemos averiguar quien sigue dentro. Tal vez tengamos suerte de capturar a alguien.— Dijo una voz masculina que se oía cada vez más cercana.

Retiré mis zapatos con rapidez y corrí hacía la parte de atrás, al área de los baños.

Entré al de mujeres y vi una pequeña ventana arriba del lavabo.

—¡Tenemos una mujer herida! ¡Registren el resto del lugar!— Gruñó la misma voz en tono autoritario.

Rápidamente, me subí al lavabo y abrí la polvorienta ventana. El vidrio se despegó y cayó al suelo con gran estrépito. Oí pasos cerca y sin perder más tiempo me deslicé por ella, llegando a la parte trasera de la discoteca. Al caer, me lastimé las piernas y brazos, pero sin importar eso tomé los tacones en mis manos y salí corriendo.

Al estar aproximadamente a una cuadra de aquel lugar observé hacía atrás. Todo estaba rodeado de patrullas policíacas. Agradecí a Dios que pude zafarme de eso y corrí hacía casa.

***

Entré y puse el seguro a la puerta. Tenía el estómago en la boca y todavía el terror impregnado en la piel.

Entré a mí habitación y tiré los tacones lejos. Me desvestí y vi como la sangre seguía cayendo de mí espalda, deslizándose por mí cuerpo.

Llegué al baño y observé mí rostro en el espejo: tenía el maquillaje corrido y el labio roto.

Suspiré y entré a la ducha.

Al salir ya con el pijama puesto, me acosté.

No podía seguir así. Jeff y su nemesis tenían mí vida jodida.

Luego de pensar aún más, me quedé dormida.

Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora