Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.

023.

Después de casi una hora de espera, por fin oí la cerradura de la puerta siendo abierta.

Entraron un hombre fornido y una chica, los cuales empezaron a quitar las cintas que rodeaban mis extremidades.

Al estar libre, me rehusé a pararme, y empecé a forcejear, tratando de sacármelos de encima para huir. El tipo se exasperó y me paró de un jalón, agarró mis brazos y los puso detrás de mí espalda. Pateó mis piernas y dijo:

—Camina, perra.— Su tono enojado y duro me hizo temblar un poco, así que preferí estar calmada.

Me condujo junto con la chica a una gran sala, realmente enorme. Habían personas atadas de pies y manos, arrodilladas. La mayoría lloraba, gritando e implorando piedad de sus captores, mientras que la mayoría de éstos sólo les observaban, riéndose. Los hombres y mujeres al poder portaban armas cortopunzantes y pistolas. Yo pasaba por delante de aquellas personas atadas y éstas me gritaban cosas como «¡Escapa!» «¡Ayudame!» «¡Vas a morir si no haces algo!» Yo no comprendía, pero podía ver el terror impregnado en sus miradas.

Al final, me llevaron hasta la otra punta de la sala, y me hicieron arrodillar, para luego atarme. Mis captores se alejaron, y yo cerré los ojos. Mí pulso estaba enloquecido gracias a el miedo. ¿Qué mierda es todo ésto? ¿Es real?

—Justo lo que me faltaba...— Susurró una voz a mí lado.

Volteé lentamente la cabeza, encontrándome con una destruida Jane, sin la máscara y con su pelo revuelto. Su cara deforme y quemada me mostró una sonrisa sarcástica. Se encontraba amarrada al igual que yo.

—¿Qué haces aquí?— Susurré. Tal vez fuéramos "enemigas" o como ella le quisiera llamar, pero tal vez podría ayudarme su presencia.

—¿Acaso no recuerdas qué me atraparon por tu jodida culpa? Aquí fue donde dí a parar.

—¿Qué carajos es ésto?

—Son un montón de personas que han tomado la justicia por sus manos, haciendo lo que la policía no hace. Me caen del orto, por cierto. Ellos no son como los policías: éstas personas son más temerarias, mucho más desquiciadas. Cumplen a la perfección con su trabajo. Los muy hijos de puta se creen Dios... Exterminando todo a su paso.— Rodó los ojos y yo sentí miedo.

—¿Y ahora qué?— Le dije, sintiendo la mirada de uno de ellos calando mí espalda.

Fingimos indiferencia y dejaron de observarnos.

—Oye bien ésto... Te odio, y supongo que tú a mí igual, lo cual me importa una mierda, pero podemos ayudarnos...—Yo la miré y ella enarcó una ceja.

—Vale... ¿Cuál es el plan?— Ella río maliciosamente por lo bajo, y me explicó:

—Tengo una navaja en mí zapato, pero, como puedes ver, no puedo sacarla. Me pondré enfrente tuyo y la sacarás disimuladamente... Cortaré nuestras ataduras y saldremos de éste jodido infierno. ¿Comprendiste?— Preguntó a lo último, y yo asentí.

Me pareció más factible acercarme yo por detrás de ella, y así lo hice. Me arrastré lentamente, sintiendo mí corazón golpear fuertemente contra mí pecho. Al ya estar cerca, me agaché rápidamente y le saqué el tacón, haciendo que la navaja cayera. Sentí una pequeña emoción y la tomé, volviendo pacientemente a mí lugar.

—Genial...— Dijo Jane cuando se la pasé.

Empezó a cortar sus ataduras, con el cuidado de aparentar rápidamente que seguía atada.

Al estar libre, procedió a cortar las mías. Lo hizo, y yo casi grito de la jodida emoción.

—A la cuenta de tres, corremos hacía la salida.— Dijo, señalando con la cabeza una puerta que teníamos convenientemente cerca.

—Uno... Dos... ¡Tres!— Corrí hacía la puerta y la abrí, pero Jane no estaba a mí lado.

Volteé y la vi gritándole a los captores.

—¡Hey, jodidos imbéciles! ¡Su sistema de mierda no es nada para mí!— Alzó su dedo medio contra ellos y empezó a correr por la puerta, mientras yo la seguí.

—¿¡Qué mierda fue eso!?— Le grité mientras corríamos.

—¿¡Qué!? ¡Sólo lo hice más emocionante!— Me gritó de vuelta, soltando una risotada.

—¿¡Y ahora qué?!

—¡Sólo mueve tu jodido culo y salgamos de aquí!