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Luego de correr por varío rato, perdimos de vista a Jane, y paramos de correr. Las sirenas se oían a lo lejos.

Fatigada, me agaché, poniendo mis manos sobre mis rodillas, mientras trataba de recuperar el aliento. Jeff estaba parado enfrente mío con la respiración entrecortada.

Me enderecé y lo miré. Él hizo lo mismo. Las lágrimas se agolparon en mis ojos, mientras él se acercó. Al mismo tiempo, me alejé.

—No te acerques Jeff, porfavor...— Le dije con la voz rota por las lágrimas. Volver a verlo no ayudaba a mí estado.

—Oye...— Empezó, pero lo corté en seco.

—¡No! ¡Para! Dejame, joder, ¡dejame!— Estaba alterandome. Las lágrimas bajaban por mis mejillas sin poder detenerlas.

Él solo me observó. Su cara estaba neutra, a pesar de la sonrisa esculpida en sus mejillas.

Tapé mí cara con mis manos y empecé a sollozar. No me importaba que Jeff estuviera ahí, ni que estuviera observando lo débil y patética que era; ya me era indiferente su opinión.

—Estoy tan cansada...— Susurré en un tono lo suficientemente alto para que él pudiese oírme.

Sentí como se acercaba, como su calor me avisaba que estaba aún más cerca de lo normal.

Con sus manos frías y pálidas, quitó mis manos y alzó mí rostro, obligándome a mirarle. Las gotas de llanto seguían cayendo, y él con sus pulgares las limpió delicadamente, como su tuviese miedo de dañarme al hacerlo. Su tacto me subía el pulso a mil.

Nos miramos un momento, sin romper el contacto.

Estaba jodida, me había enamorado de un asesino. Así lo negara, los sentimientos estaban allí, dispuestos a permanecer a pesar del daño causado por Jeff.

Sin saber que hacer, pasé mis manos por su cuello y lo abracé. No era el momento para romanticismos, pero inevitablemente, lo necesitaba.

Abrazó mi cintura y dijo:

—Elizabeth yo... Lo siento. Sé que te he hecho daño, mucho, y la verdad me siento culpable porque... Eres una gran chica. No merecías ésto. Ahora mismo no sé que me pasa. Yo nunca había sentido algo a parte de la sed de sangre y un sentimiento de odio. Pero, tú me haz ayudado... No puedes reparar lo que ya está roto, pero por lo menos lo intentaste. Y sólo por ello siento que eres alguien importante para mí.— Estaba segura que aquellas palabras quedarían grabadas en mí memoria para siempre.

No podía tragarme el hecho de que él se hubiese expresado así. Realmente, él era un monstruo para todos, pero, nadie le conocía, nadie se había atrevido a tratar de conocerlo... Él sólo necesitaba de alguien. Seguía siendo humano, aún tenía sentimientos.

—Gracias... Yo...— Empecé.

—Shh, no lo arruines.— Dijo en un tono bajo, mientras me apretaba más hacía él.

Todo era muy confuso, pero ahora, sentía que podía salir adelante de todo ésto.

Pero... Aún no era el final.

Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora