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Al separarnos, simplemente decidimos que lo mejor sería avanzar.

—¿A dónde vamos?— Pregunté, mientras Jeff tenía el ceño fruncido.

—No lo sé... Fue un jodido error no haber matado a esa maldita perra.— Añadió él.

—¿Por qué no lo haz hecho?— Cuestioné.

—Se me ha escabullido de las manos varías veces.

—Creía que eran cómplices...

Jeff soltó una risotada y me dijo:

—¿Cómplices? Primero le cortaría la garganta antes de cometer ese error.

Le miré y él sonreía aún más.

—Estoy cansada...— Le dije, cerrando los ojos pero sin dejar de caminar.

—Creía que estabas muerta.— Dijo él fríamente.

—¿Qué pasó esa noche?— Pregunté, sintiendo un escalofrío recorrerme entera.

—Pues, estabas montando tú pequeño espectáculo de dama en apuros, cuando vi a Jane detrás tuyo y te arrebaté el cuchillo para atacarla, pero, pues... Te apuñaló.— Encogió los hombros, restándole importancia y continuó diciendo:— Vi que gran cantidad de sangre brotaba de tú herida, por lo que intuí que no saldrías de eso viva... Así que seguí peleando con Jane. Fue una pelea brutal. Estaba siendo poseído por un frenesí realmente increíble. Deseaba su sangre más que cualquier otra cosa; no pude asesinarla, ya que huyó. Entonces no volví allí. Imagínate mí sorpresa al verte peleando con ella ésta noche.— Añadió riéndose.

Rodé los ojos mientras él me miraba.

—La vida ha sido muy benevolente contigo.— Soltó. ¿Desde cuándo le importaba ese asunto?

—Ajá.

—Amargada.— Dijo, y luego bufó.

—Oh, disculpame por no estar saltando en una pierna de la emoción... Nisiquiera volviste a ver cómo estaba.— Le solté, dolida.

—No quería ver tú cadáver, lo siento.— Explicó, pero sin una pizca de arrepentimiento.

***

Seguimos rondando por ese bosque demasiado tiempo, el suficiente como para que el alba en el cielo nos avisara que era un nuevo día.

—Me muero del cansancio. ¿A dónde carajos nos dirigimos?

Jeff no respondió, mientras observaba nuestro alrededor. Se paró y yo lo miré confundida:

—Hey... ¿Qué te pasa?— Él no contestó. En cambio, tomó rumbo hacía adelante, caminando rápidamente.

Yo lo seguí sumamente confusa y fatigada. ¿Y a éste qué rayos le pasaba ahora?

Luego de unos minutos, llegamos a una entrada del bosque, ¡Gracias a Dios!

Frente a donde estábamos ya fuera del espeso bosque, había un par de casas. Una de ellas estaba hecha añicos, gracias a un incendio, supongo. La otra estaba en ruinas, mientras un cartel emitido por la comunidad advertía que aquella era una zona de peligro. Frente a ésta yacía una parada de autobús.

—Jeff.... ¿Dónde estamos?— Le pregunté.

—En casa.

Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora