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Desperté, sintiéndome sumamente mareada gracias a el tambaleó de mí cuerpo.

Abrí lentamente los ojos y vi que alguien me llevaba alzada, mientras silbaba una canción. Traté de moverme, pero una debilidad invadía mí cuerpo, impidiéndome tan siquiera alzar la mano. Mí cabeza daba tumbos y sentía que vomitaría en cualquier instante.

Gemí dolorida levemente, y la persona que me cargaba se percató de ello.

—Oh, mí dulce Elizabeth... Estás despierta.— Susurró Jack, lo suficientemente alto para que yo pudiera oírlo.

Sentía mí garganta como sí fueran un montón de arenas movedizas, lo cual me impedía hablar. Parpadeé lentamente, pero mí mirada seguía borrosa.

—¿A dónde me llevas?— Dije bajo, con la voz temblorosa.

—A un lugar alejado... Alguien quiere verte. Espero no te moleste, era el único modo de traerte.— Dijo y río.

No puse mucha atención, y en cambio respondí:

—Bastardo...— Luego, todo volvió a ser oscuro.

***

Volví a despertar, ya que Jack paró su extensa caminata.

En un movimiento brusco, me lanzó al suelo, como sí fuera una bolsa inservible de basura.

—He aquí como me la pediste.— Habló, pero no se dirigía a mí.

No pude divisar a la persona a la cual él le hablaba, pero la voz de ésta pronunció:

—Bien hecho, muchacho... Muy buen trabajo.— Dijo aquella persona, mientras yo le sentía caminar a mí alrededor, seguramente inspeccionándome. Su voz no me era conocida, por lo cual me sentía aún más vulnerable.

—Estará atontada un rato más, pero el efecto de la droga pasará, y te advierto que es violenta.— Le informó Jack a aquella persona, pero ésta no respondió. Sentí su mirada posarse en cada centímetro de mí piel.

—Dicho eso... Quiero mí parte del trato.— Añadió seriamente Jack.

—Um. Que bueno que nombraste eso.— Musitó:— Tengo malas noticias.

—¿De qué mierdas habl...?

Fue interrumpido por el sonido de un disparo en seco. Un cuerpo se desplomó, mientras la persona suspiraba.

Nuevamente me agarraron en brazos, pero ésta vez no era Jack quien lo hacía. Mí corazón palpitaba con fuerza, amenazando con salir de mí pecho.

—Ayudeme...— Susurré con los ojos cerrados.

—Shh, ya pronto acabará todo.— Dijo, y palmeó mí espalda.

—Jeff... Él es el culpable, yo no...— Susurré inconscientemente.

—Vale querida, pero, lamentablemente, eres el único modo de llegar a él.— Dijo, con voz exasperada.

—Pero...

—Basta de charla.— La persona chasqueó la lengua y paso seguido me tiró al suelo.

—Ya nos veremos.— Dijo, y volví a quedarme inconsciente.

Eternos «Jeff The Killer» ||Book 2||.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora