Uno nunca sabe donde pertenece hasta que llega alguien que de verdad hace que te sientas en casa. Uno nunca sabe quien es su alma gemela hasta que, verdaderamente, deja al desnudo su propia alma para que otra persona pueda verla. Uno nunca sabe cuando empieza una larga historia hasta que esa historia comienza a ser larga.
Lourdes Vosca nunca había pensado que esos sentimientos existían, ella nunca fue muy amante de la sentimentalidad, de hecho... era todo lo contrario.
Lourdes Vosca fue siempre la única hija sobreprotegida de un matrimonio argentino de clase media. Siempre bien vestida, con buenas calificaciones en la escuela y un futuro exitoso por delante. Pero ella lo único que quería era divertirse.
Después de diecisiete largos años de espera, sus padres la dejaron salir al mundo nocturno por primera vez y desde ese momento no lo abandonó ni un solo fin de semana. Y sábado tras sábado, se divertía de la mejor manera que ella conocía... saliendo, bailando, jugando, besando... conociendo gente nueva por un par de horas y dejando que al salir el sol vuelvan a ser desconocidos.
Pasó cuatro años a pura noche, convencida de que el amor era solo un sentimiento pasajero, una simple obsesión. A veces llegaba a preguntarse si de verdad existía, pero siempre tuvo una misma forma de pensar: "Si el amor existe, es imposible que llegue hasta mí."
¿Cómo era posible que una chica tan hermosa como Lourdes Vosca, rubia de ojos particularmente hermosos y con un cuerpo escultural, no pudiera conocer el amor? Bueno, la verdadera razón, era exactamente esa. Lourdes Vosca solo era un cuerpo. En los boliches, en sus noches de diversión, nadie veía a través de sus ojos celestes, solo se detenían a observar su hermosura física.
Por esa razón Lourdes Vosca nunca creyó en el amor, porque cada hombre que conocía quería ver al desnudo su cuerpo, no su alma.
Y así, acostumbrada a ser un objeto, incluso feliz de serlo, sequía entregando sus noches solo a aquellos hombres que ella creía merecer. Hermosos, claro. Pero la mayoría de ellos, solo hermosos físicamente.
Un sábado por la noche, ya con veintiún años, Lourdes Vosca salió con sus amigas a conocer a otro hombre, un hombre más, sin saber que sería el único que querría solamente desnudar su alma.
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Uno en un millón. (PAUSADA)
Teen Fiction¿Será verdad que hay una persona destinada a estar conmigo? ¿Será todo un simple cuento el que mi alma haya pertenecido desde su inicio a otra persona y, que al encontrarla, se sienta completa? ¿Cómo es eso acaso posible? ¿Cómo es que todo eso, en u...