Después de un fin de semana de tardes compartidas con Lourdes, de risas y besos, de caricias y abrazos, Gastón se levantó con el sonido de los golpes en la puerta el lunes 6 de Enero para volver a la oficina con un cierto grado de nervios ocupándole el pecho.
Ese lunes era el día en que Valeria Tacero ingresaría a trabajar con ellos. Había pensado todo el fin de semana en eso, en lo inconveniente que era la casualidad de que justo esa chica trabajara en la misma oficina que él. Maldijo a su padre en sus adentros. ¿Por qué necesitaba una persona más en la oficina?, ¿acaso su trabajo no le parecía suficiente?
Una vez cumplida su rutina, se dirigió al trabajo. La oficina era del tamaño perfecto para alojar cuatro escritorios para cuatro trabajadores, aunque siempre habían sido Pablo y él, sin ninguna otra persona que se metiera en las tareas que tenían que cumplir.
Entró y la vio, hablando con Pablo como si hicieran eso todos los días. Su pelo moreno le cubría hasta la mitad de la espalda, que tenía al descubierto, por supuesto, porque llevaba una remera suelta que no cubría la parte de atrás y unos pantalones blancos que delineaban su figura perfectamente.
"Ni siquiera la mires, Gastón." se dijo a sí mismo. "Que piense que no sabés quién es."
- Buenas. - Dijo fríamente acomodándose en su silla, dispuesto a empezar a trabajar.
- ¿Qué hacés, hermano? - Le dijo su amigo, prestándole atención a él y no a la chica despampanante que tenía a su lado.
- Todo bien, ¿vos?
- Perfecto.
Por el rabillo del ojo, Gastón vio como Valeria se acercaba a él. Maldijo para sus adentros por enésima vez. Lo último que quería era volver a cruzarse con ella. Se detuvo a su lado, con una mano en la cintura mientras la otra la apoyaba sobre su hombro. Él se movio para apartarla pero a ella no pareció importarle.
- Gasti... no me esperaba verte acá. - Le dijo. Gastón apenas levantó la mirada, para encontrarse con unos ojos negros que lo devoraban. - Que coincidencia, ¿no?
- Sí.
- ¿Cómo conseguiste trabajo acá? - Inquirió Valeria, sin mover su mano de donde estaba.
- No sé si sabías, pero mi papá es el dueño de todo esto. - Contestó, haciendo un gesto con la mano, señalando el lugar, para después mover su hombro hasta que por fin consiguió deshacerse de ella.
- No sabía.
- Eso pensé.
Valeria lo miró extrañada, confundida ante el trato que Gastón le estaba dando. No lo recordaba de esa manera. Para ella, Gastón había sido uno de los chicos más agradables, por no decir uno de los más hermosos también, con los que había tenido la suerte de cruzarse. Había conocido su sonrisa una vez, algo que no lograba conseguir en ese momento. No entendía por qué la trataba de manera tan fría y cortante.
- ¿Perdón?
- ¿Qué pasa? - Pregunto él, ya un poco exasperado por lo insistente que ella estaba siendo.
- Me parece que estás siendo un poco...
- Ah, perdón. - La interrumpió. - Tengo que trabajar.
- Claro.
Soltó un bufido y caminó los pocos pasos que la separaban de su lugar. Se sentó en su silla junto a Pablo, que le dedicó una sonrisa, la cual ella no correspondió. Miró a Gastón nuevamente y observó su rostro concentrado en lo que estaba haciendo. ¿Qué era lo que le pasaba?, ¿acaso había olvidado lo que pasó entre ellos?
- No le hagas caso. - Escuchó la voz de Pablo murmurando cerca de ella.
- ¿Qué le pasa? Actúa como si no me conociera. - Contestó tan bajo como pudo.
Volvió a mirarlo. De repente, Gastón se paró y abandonó la habitación sin decir una palabra, aunque soltando un suspiro que tanto Pablo como ella pudieron escuchar. Miró, confundida, a su nuevo compañero de trabajo, quien puso los ojos en blanco y pronunció unas palabras inaudibles para ella.
- ¿A dónde fue?
- A la terraza. - Le contestó, pareciendo molesto. - A fumar.
- Qué raro. - Expresó, sarcásticamente. - No entiendo, nunca me había tratado así. Ya sé que no quedó muy bien todo entre nosotros, pero no creí que fuera para tanto.
Pablo se inclinó hacia adelante, apoyando sus codos en sus rodillas.
- Es que está en otra, ¿sabés? - Le contó, en tono confidencial. - Ya no es el mismo de antes.
- ¿Le pasó algo?
- No, no. - Se apresuró a contestar él, pero se quedó pensando unos segundos después de eso. - Bueno, en realidad. Sí, algo le pasó.
- ¿Qué le pasó?
- Una chica.
Valeria, confundida, se quedó mirándolo unos segundos. ¿Una chica?, ¿qué le estaba diciendo?. A Gastón no le pasaban chicas, él era lo que les pasaba a ellas. Él era el premio a ganar en cualquier lugar, el receptor de todas las miradas, el que todas las chicas se mueren por conquistar.
- ¿Qué me estás queriendo decir?
- Está de novio.
Valeria estalló en carcajadas al escuchar esas tres palabras.
- Me tenés que estar cargando. - Le dijo aun riéndose, pero sus risas cesaron al ver que la expresión de Pablo no cambiaba. - Por Dios, me tenés que estar cargando.
- No, es en serio.
- ¿Está de novio? - Repitió, sin poder creer sus palabras. - ¿No era que no creía en esas cosas?
- Parece que ahora sí.
- No puede ser. - Dijo con un suspiro, sintiendo como su estómago se revolvía ante la noticia.
¿Cómo era que lo estaba escuchando era verdad? Con esas palabras, todo el dolor que había experimentado durante años volvió a aparecer. Ya no estaba contenta por encontrarse por casualidad a Gastón Cortéz en su nuevo trabajo, sino que maldecía el momento en el que había decidido presentar su currículum en esa empresa. Él volvía para hacerla sufrir nuevamente, él volvía, apareciendo como si a ella no le causara nada. Él volvía, y ella ya no pensaba en sus ojos y en su sonrisa, sino que recordaba el dolor que le había causado.
¿Por qué otra y no ella?
Sin pensarlo dos veces, llamó a una de sus amigas, porque recordó que ella le había contado sobre una chica que estaba de novia con un hombre que tenía todas las características de Gastón. La altura, los músculos, el pelo negro, los ojos azules. Si estaba hablando de ella, y su amiga la conocía, planearía algo para separarlos. Y estaba segura de que lo lograría.
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Uno en un millón. (PAUSADA)
Ficção Adolescente¿Será verdad que hay una persona destinada a estar conmigo? ¿Será todo un simple cuento el que mi alma haya pertenecido desde su inicio a otra persona y, que al encontrarla, se sienta completa? ¿Cómo es eso acaso posible? ¿Cómo es que todo eso, en u...