La forma en la que las lágrimas corrían por el rostro de Lourdes alarmó a Gastón hasta el punto de preguntarse si era él quien había hecho algo malo... le preocupaba haber dicho algún comentario de más, o que el hecho de que Lourdes sea conciente de las mujeres que pasaron antes que ella la haya hecho cambiar de opinión. Ella lo envolvía con sus brazos con una fuerza que lo aprisionaba contra su cuerpo, le hacía sentir el calor de su piel y sus pequeños sollozos contra su hombro.
- ¿Qué pasa, mi amor? - Le preguntó susurrando, llamándola de esa manera nuevamente. Había percibido la reacción que tuvo ella la primera vez que se lo dijo, y por eso fue que se propuso decírselo tantas veces como le fuera posible. - Estás llorando mucho.
- Perdón. - Dijo ella contra su piel.
- No... no, por favor. - Suplicó mientras con sus manos la tomaba por el rostro y la obligaba a mirarlo. - Decime qué pasa, ¿dije algo malo?
Lourdes negó con la cabeza, y cuando por fin pudo apoderarse de su voz nuevamente, le habló con delicadeza.
- Tengo miedo, Gastón. - Le confesó mirandolo a los ojos. - Tengo miedo de perderte.
- No vas a perderme.
- Es que... no podría. De verdad, no quiero volver a mi vida antes de conocerte. - Le dijo aun dubitativa, mientras encontraba las palabras para decir lo que sentía, y confesar lo que había sentido. - Muchos dicen que si una pareja se pelea, se puede volver a vivir sin esa persona porque sino, ¿cómo habrías vivido antes de conocerla? Pero eso no funciona para mí... ay, Gastón, si supieras lo que era yo antes de conocerte...
- Lourdes... - Musitó Gastón, intentando descifrar a donde iban sus palabras, sin encontrar un rumbo exacto. - No entiendo...
Ella tomó aire y decidió que su chico, su novio, su hombre de ensueño, tenía derecho de saber su más grande secreto: ese que ella misma había tratado de ocultarse, ese que ella no había querido admitir. Todo lo que había ocurrido entre ellos se reducía a ese momento, al momento en el que él se enterara quién era ella verdaderamente.
- Necesitás saber algo. - Empezó a decirle. - Vos conociste a una Lourdes en un principio, ¿verdad?
- Sí...
- ¿Cómo era? - Le preguntó. - ¿Cómo pensaste que era mi vida cuando me conociste?
- Bueno... - Pensó, nervioso hasta el punto de que le temblaban las manos. - Cuando te conocí, pensé que eras una chica hermosa, pero igual no llamaste mi atención... por favor, no te lo tomes a mal. Es solo que... con tus amigas actuando de esa manera, y la forma en que me miraste cuando llegué, me di cuenta de la clase de chica que pensé que eras.
- ¿Qué clase de chica?
- Esas que consiguen todo, las que tienen todo lo que quieren. La típica chica de padres con plata a la que se le dice que sí a cada cosa que pide. Esa por la que todos los chicos caen desmayados. - Le confesó, temiendo enojarla. - Cuando te acercabas, esperando algo de mí, yo no quería darte el gusto de obtenerme, como si fuera un premio. Pero entonces empezamos a hablar, y me volviste loco. Me moría por vos, por hablar con vos, por reírme con vos, por tenerte cerca. Por besarte, después de no querer satisfacer tu capricho, quería besarte más de lo que quise cualquier cosa en toda mi vida.
Le tomó el rostro con las manos, y siguió contandole lo que había experimentado.
- Hablamos tanto de tantas cosas que pensé que podría estar explorando tu mente toda mi vida, aun lo pienso, estoy seguro de eso. Nunca había visto a nadie reirse tan genuinamente, ni disfrutar cosas tan simples como las que pasamos los primeros días juntos. O como ese día, el que tu amiga te llevo a esos dos que entraron en el bar... no pensé que dentro de ese cuerpo tan provocador, estuvieras vos buscando refugio de la manera que me abrazaste cuando todo había terminado. - La miró, terminando con sus palabras con un suave beso en los labios. - Me imaginaba que eras una chica a la que nada la podía perturbar, pero ese día solo parecía que necesitabas que te abrace. ¿Qué es eso que yo no sé, Lourdes? Podés confiar en mí, contame.
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Uno en un millón. (PAUSADA)
Fiksi Remaja¿Será verdad que hay una persona destinada a estar conmigo? ¿Será todo un simple cuento el que mi alma haya pertenecido desde su inicio a otra persona y, que al encontrarla, se sienta completa? ¿Cómo es eso acaso posible? ¿Cómo es que todo eso, en u...