Casi a medianoche, Lourdes entró a su casa absorta en una nube de sentimientos, emociones y recuerdos que no le permitieron darse cuenta de que su papá la estaba esperando con la luz encendida del living.
-Así que... saliste con amigas. - Dijo tranquilamente mientras ella lo miraba, todavía confusa.
- Sí... - Contestó sin mucha convicción.
- Un miércoles.
Lourdes se dio por vencida, dejó escapar un gran suspiro, y se sentó junto a su papá. Claramente no se enojaría con ella, ni le haría ninguna prohibición. Con veintiún años Lourdes tenía derecho de decidir sin necesidad de que sus padres estén de acuerdo. Pero el problema era qué tan preocupado estaría su padre cuando supiera.
- Salí con alguien.
- Bien... - Dijo tratando de ocultar su nerviosismo. - ¿Y cómo te fue?
- Genial. - Lourdes no pudo reprimir su sonrisa. - Es... es increíble.
Su papá siguió preguntando un par de cosas más, solo para estar seguro de que su hija no estaba haciendo nada raro. Una vez que terminaron de hablar, Lourdes subió a su cuarto y se dejó caer sobre la cama. No podía dejar de pensar en Gastón.
Y Gastón no podía dejar de pensar en ella. Todo el trayecto de vuelta a su casa había sido teñido por los recuerdos que se generaron esa noche. Verla salir de su casa, más hermosa de lo que la recordaba. Perder la noción del tiempo caminando. Tenerla cerca. Acariciar su piel, sentir sus labios. Mirar su sonrisa.
Entró en su casa en las mismas condiciones que Lourdes, absorto en esa nube de sentimientos que nadie jamás le había causado.
- ¿Me querés explicar... - Sintió la voz de su padre, sentado en la cocina, con un tono de enojo y reproche que sabía que iba a encontrar. - ... qué te creés que sos volviendo un miércoles casi a las doce y media de la noche?
- Le avisé a mamá.
- No me interesa. No estabas acá para cenar. - Levantaba la voz para hablar, algo que Gastón odiaba. - ¿Qué cosa tan importante tenías que hacer?
- Nada... estaba con unos amigos.
-Todos tus amigos trabajan. Y son responsables, no como vos. - "Sí, claro." dijo Gastón para sus adentros cuando escuchó lo que decía su papá. - Decime. Decimelo, Gastón. ¿En qué andás?
- ¿Qué?
- ¿En qué cosa rara andás ahora? - Su voz sonaba cada vez más fuerte. - Primero las salidas. Después el alcohol, después los cigarrillos. ¿Ahora qué?
- No... no es nada de eso. Te lo juro.
Gastón sabía que la única forma de hacer que su papá se calme era mostrarse de esa manera, sumisa y respetuosa, cómo él estaba haciendo. Lo único que recibió cómo respuesta fue una mirada acusadora. Después de eso, saludó a su mamá y se dirigió a su habitación.
"Esto es lo más sano que hice en mi vida." pensó.
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Uno en un millón. (PAUSADA)
Ficção Adolescente¿Será verdad que hay una persona destinada a estar conmigo? ¿Será todo un simple cuento el que mi alma haya pertenecido desde su inicio a otra persona y, que al encontrarla, se sienta completa? ¿Cómo es eso acaso posible? ¿Cómo es que todo eso, en u...