Ana Loner, ese primero de Enero desde donde estaba ubicada en la plaza, en una ronda con sus amigos de su trabajo, distinguió como llegaba Lourdes por el auto de Mario Vosca, en el que había estado varias veces. Ni bien la vio bajar sabía cuán distinta era comparada con la Lourdes que ella conocía tan bien. Esa Lourdes divertida, que se encontraba a sí misma los fines de semana por la noche junto a ella. Esa Lourdes que conoció desde chica, que vio cambiar a medida que diferentes situaciones se desarrollaban en su vida y convertirse en una chica que se dedicaba casi por completo a eso que compartía con ella: divertirse.
Y no le sorprendió en absoluto verlo a él, al chico que ni recordaba cómo se llamaba, que había cambiado a su amiga de tal forma. El que había conocido en un bar, y se había quedado viéndolo como una tonta. Los vio acercarse uno a otro casi como en las películas, los vio abrazarse, besarse, sonreirse.
Después de saludarlos, un poco por respeto y un poco para ver qué le decían, volvió rápidamente con el grupo que estaba antes.
No podía creer que su amiga se había convertido en eso. Lo esperaba de Paula, pero no de ella. No encontraba razones para que la amiga con la que compartía tantas cosas hubiera cambiado de tal manera solamente por un hombre, un hombre cualquiera que ni siquiera la había besado la primera vez que se vieron.
Podía decir que hasta le daba asco lo que había visto. Sabía que tenía que haber algo raro entre ellos, no podía ser tan simple como un enamoramiento tratándose de Lourdes. Y algo en la forma en la que le había hablado la hizo parecer diferente. Tenía muy claro que ella solo le decía de verse para no quedar mal frente a frente, era obvio para que ni siquiera tenía ganas de verla, de recuperar su amistad.
Y todo por un hombre como cualquier otro.
- Ani, ¿esa no es tu amiga Lourdes? - Le preguntó una de las chicas de la ronda en la que estaba.
- Sí, es Lourdes. - Contestó con un gesto de repulsión. - Pero ya no sé si somos tan amigas.
- ¿Está de novia?
- Parece, ¿no?
- Sí, parece... ¿no hablan más ustedes? - Le preguntó la chica, asombrada.
- Bueno... ella trató de llamarme un par de veces.
- ¿Y no la atendiste?
- No, le dije a mi mamá que le diga que no estaba. - Dijo indiferente, tomando un trago del vaso que le estaban compartiendo. - No tenía ganas de hablar con ella de cómo le esta yendo en su noviazgo y eso.
- ¿Por qué no?
- Porque no quiero ser falsa, y tampoco le creería nada.
- No entiendo.
- Bueno, por ahí ella me habla de que está enamorada o algo así... - Le dijo con una sonrisa de costado. - ... pero es obvio que Lourdes no es de esas. Lourdes no se puede enamorar.
- ¿Y por qué estaría con él entonces?
- Además de que parece un dios del Olimpo...
- Sí que lo parece... - Su amiga se rió y tomó otro trago, al igual que Ana. - Creo que es uno de los chicos más lindos que se vieron por acá, ¿o no?
Ana asintió con la cabeza, tomando un trago más.
- Bueno... supongo que está tan aferrada a él porque... no sé... - Continuó diciendo Ana. - ...seguramente es muy bueno en la cama.
Ambas se rieron y siguieron con la conversación derivada hacia otra parte sin preocuparse por nada. Lo que Ana no sabía, y podría haberle preocupado, era que Lourdes había escuchado todo.
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Uno en un millón. (PAUSADA)
Ficção Adolescente¿Será verdad que hay una persona destinada a estar conmigo? ¿Será todo un simple cuento el que mi alma haya pertenecido desde su inicio a otra persona y, que al encontrarla, se sienta completa? ¿Cómo es eso acaso posible? ¿Cómo es que todo eso, en u...