Lourdes no podía creer lo que tenía ante sus ojos.
No podía explicar con palabras lo que ese hombre le causaba. Podía sentir en ella sensaciones físicas, verdaderas, cada vez que escuchaba su voz. Pero no tenía que ver con lo que otras veces había sentido. Esta vez era justo dentro de su pecho, como si su voz atravesara completamente su corazón.
Recordó cómo no entendía la manera en la que la gente se comprometía a estar pura y exclusivamente con una sola persona. Recordó cómo le explicaba a sus amigas la risa que le daban esas parejas que se prometían amor eterno, pensando que ese amor era falso.
Amor.
La palabra resonó dentro de su mente mientras seguía en paralelo el hilo de conversación con Gastón. Le parecía casi imposible que se estuviera preguntando, ella, Lourdes Vosca, la misma chica que una semana atrás hubiera jurado que nunca sería capaz de enamorarse, si lo que surgía dentro de ella era algo parecido al amor.
Después de cenar, Gastón la acompañó a su casa, esta vez tomados de la mano.
- ¿Te puedo decir algo? - Le preguntó ella, incapaz de contener todos esos sentimientos para sí misma, teniendo a quien era la causa a pocos centímetros, con sus dedos entrelazados con los de ella.
- Sí...
Lourdes detuvo su caminata y lo miró de frente, pero los nervios empezaron a actuar sobre ella, haciéndola caminar de un lado a otro sin alejarse de él.
- Yo... no soy, digo... no era... de esas personas que son muy... como te digo... ¿enamoradizas?
Gastón la miraba, tratando de ocultar su sonrisa, coincidiendo con lo que ella le estaba contando.
- Pero, no sé, no sé qué pasó... - Continuó diciendo ella, gesticulando todo lo que decía con sus manos. - Si sos vos... o sea, obvio que sos vos pero yo.... yo no era así, ¿me entendés? Yo estuve con chicos pero niguno me hizo... sentir así. Y no sé por qué vos sí.
- ¿No sabés por qué?
- Bueno, sí sé. Claro que sé, sino no te hubiera... pensado tanto, todos estos días.
- ¿Y por qué, por qué yo sí y otros no?
Lourdes sonrió, frustrada, mirando al piso, sin dejar de caminar. Gastón la miraba de una manera que nunca había percibido en nadie.
- Porque vos... ¡sos así! Sos diferente. - Dijo casi frustrada. Lo miró y se quedó quieta frente a él. - Me hacés reír tanto. Y sos tan... tan delicado conmigo. Y tenés, todas estas cosas que yo pensé que nadie tenía... tenés todos esos sueños que compartís conmigo y esas costumbres que te acercan tanto, tanto a mí.
- ¿Y qué más? - Preguntó él, sabiendo que ella seguiría hablando, y acercándose de a poco.
- Y no me besaste ni bien me conociste. O sea, yo lo esperaba, porque es lo que siempre me espero pero no lo hiciste. Y no sé por qué, me encantó. Y te abrazo y siento que me envolvés... y me siento tan, tan bien. Y siento que puedo contarte cualquier cosa. Y tenés... ¡esos ojos!
Gastón soltó una risita y tomó su rostro entre sus manos.
- No tenés idea de todo lo que vos causas en mí.
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Uno en un millón. (PAUSADA)
Teen Fiction¿Será verdad que hay una persona destinada a estar conmigo? ¿Será todo un simple cuento el que mi alma haya pertenecido desde su inicio a otra persona y, que al encontrarla, se sienta completa? ¿Cómo es eso acaso posible? ¿Cómo es que todo eso, en u...