- No puedo ni pensarlo. - Confesó Gastón, después de que Lourdes le dijera que él era el único hombre que le había inspirado sentimientos de verdad.
- ¿Qué cosa?
- Que estuviste con otros. - Le dijo, con la mirada clavada en el techo, mientras que ella mantenía sus ojos en él. - ¡Dios! No puedo pensarlo, no lo soporto. La imagen me está matando... de verdad, me mata.
- Gastón...
De repente, él la tomó por la cintura, depositándola sobre el centro de la cama mientras él mismo se sostenía sobre ella con los brazos. Su cuerpo la aplastó de manera suave, gracias a la fuerza que hacía con sus brazos para mantenerse sobre ella sin lastimarla. Acercó su rostro al de ella y se detuvo a milímetros de sus labios, rozándolos suavemente con cada palabra.
- ¿Cómo es que no te conocí antes, Lourdes? - Preguntó frustrado, con los ojos brillando de una manera peculiar. - Si te hubiera conocido antes que todos esos... si hubiera sido el primero...
- Para mí lo sos. - Le dijo sinceramente.
- Pero hubo otros antes que yo. Otros besaron esos labios... - Pronunció antes de besarla suavemente. - Otros tocaron esa piel. Otros te miraron tan cerca a los ojos, como estoy haciendo ahora.
- No me importan. No significan nada.
- Para vos no significan nada, pero siguen existiendo.
- Pero es suficiente con eso. - Le dijo buscando su mirada, que se había perdido segundos atrás. - A mí me basta con eso... si me decís que las chicas con las que estuviste antes no importan, para mí es suficiente.
- Lourdes, de todas las mujeres a las que besé, o incluso de todas a las que miré puedo jurarte, de verdad, que nadie causó en mí lo que vos estás causando. - Gastón la miraba, aun con esa luz en los ojos, mientras le confesaba lo que tenía dentro de su alma. - Sos algo totalmente nuevo para mí, algo que no quiero que termine nunca. Daría mi vida para que esto nunca se termine, ya sé que sueno un poco exagerado, pero es verdad... sos lo que siempre temí encontrar. Porque todos dicen que algo como esto lo único que hace es convertirte en alguien débil... dicen que cuando alguien tiene algo así con una mujer, ella se convierte en su más grande debilidad.
- Gastón...
- Pero, vos... ay, Lourdes, mi amor... sos todo lo que necesito. No me siento débil con vos, sino todo lo contrario... me siento vivo. Siento que puedo tener un futuro, y que puedo lograr todo lo que me proponga. Siento que tengo todo el poder el universo... ¿a vos no te pasa eso?
Lourdes lo miraba con lágrimas de emoción en los ojos. "Mi amor" repitió para sus adentros. Nunca nadie la había llamado así. Nunca nadie en su vida le había dicho algo tan hermoso, nunca nadie en su vida la había hecho sentir de ese modo. Y ese era el modo, ella se sentía igual que Gastón. Y quería decírselo, quería decirle que no quería perderlo nunca pero que al sentirse tan bien, era lo que le daba más miedo. Quería decirle que le prometía que siempre estaría con él, que nunca se apartaría de su lado, quería llamarlo "amor mío", pero ni su mente ni su cuerpo respondían. Su voz se quebrantó al primer intento de hablar y las lágrimas se deslizaron por su mejillas, provocando en Gastón una preocupación que lo hizo volver de esa avalancha de palabras que salían directo desde su corazón.
- ¿Estás bien? - Preguntó preocupado, acomodándose para sentarse a su lado, mientras le acariciaba el rostro y la ayudaba a sentarse frente a él. - ¿Dije algo malo?
Una sonrisa apareció por detrás de las lágrimas y Gastón se tranquilizó después del pequeño sobresalto.
- Yo... - Empezó a decir ella, pero su voz no lograba formular las palabras sin entrecortarse, así que lo envolvió entre sus brazos, y le hablo con un hilo de voz al oído. - Prometeme que nunca te vas a alejar de mí, por favor.
Gastón se separó unos centímetros para mirarla a los ojos. Tomó su rostro con ambas manos y después de darle un suave beso en los labios, y secarle las lágrimas que seguían corriéndole por las mejillas, le dijo:
- Te lo juro, nunca me voy a alejar de vos.
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Uno en un millón. (PAUSADA)
Novela Juvenil¿Será verdad que hay una persona destinada a estar conmigo? ¿Será todo un simple cuento el que mi alma haya pertenecido desde su inicio a otra persona y, que al encontrarla, se sienta completa? ¿Cómo es eso acaso posible? ¿Cómo es que todo eso, en u...