- No puedo creerlo, en serio.
- ¡¿Qué?! - Preguntó Lourdes entre risas, sabiendo que lo que había dicho no era algo muy común.
- ¿Seis hijos? - Preguntó él, también riéndose. - ¿No es un poco mucho?
- No...
Después de dos horas de caminata, encontraron una plaza en la que se sentaron en uno de los bancos. Gastón no podía dejar de mirarla. No podía, no lo lograba, no quería que sus ojos se posen en algo o alguien que no sea ella.
Lo encandilaba, lo hacía sentir que estaba flotando. Lo hacía querer intentar pasar tiempo con ella. Tiempo. Días, meses, años si era posible. No una noche como todas las mujeres con las que se había topado hasta ese momento. Con ella no quería eso... es decir, claro que lo quería pero no en ese momento. Con ella quería disfrutar al máximo cada etapa, quería darle la mano, quería hablar, quería besarla lentamente y ganarse el derecho de ir más allá. Y escucharla, por Dios, escuchar cada palabra que ella decía. Todas y cada una de las cosas que escuchaba de su boca tenían una repercusión, casi siempre buena, en él. Desde lo más insignificante a lo más trascendental, de lo más ridículo a lo más serio. Su mente lo volvía loco, su alma le daba ganas de explorarla hasta el más mínimo rincón.
Cuando ya era completamente de noche, se dieron cuenta de que era el momento de volver.
- Si te soy sincero... - Dijo Gastón, tornando un poco seria la última conversación, caminando con las manos en los bolsillos y los ojos fijos en Lourdes. - No volvería en toda la noche.
- Tampoco yo. - Contestó ella con una sonrisa. - Pero, hay dos personas que tienen que trabajar mañana, ¿o no?
Gastón sonrió y dejó caer su cabeza para atrás, deteniéndose a mirar por un momento el cielo estrellado. Deseando con toda su alma que la noche no termine jamás, y sabiendo al mismo tiempo que quedaban dos cuadras para llegar a la casa de Lourdes.
- Sí... - Admitió, volviendo a mirarla.
- Y también hay dos personas que podrían verse mañana a la noche.
- Podrían salir a cenar tal vez...
Lourdes dejo escapar un suspiro entre sonrisas, dando a entender lo mucho que deseaba eso.
- Y después podrían caminar tanto como hicieron hoy...
- Sí, claro que podrían.
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Uno en un millón. (PAUSADA)
Novela Juvenil¿Será verdad que hay una persona destinada a estar conmigo? ¿Será todo un simple cuento el que mi alma haya pertenecido desde su inicio a otra persona y, que al encontrarla, se sienta completa? ¿Cómo es eso acaso posible? ¿Cómo es que todo eso, en u...