Capítulo Dieciséis - Dulce.

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El jueves dieciséis de Noviembre al mediodía, Pablo convenció a Gastón para que lo acompañara a comprarse algo. Gastón no tenía idea de qué, pero pensó que salir un poco de la oficina y despejar un poco su mente lo ayudaría a concentrarse en lo que tenía que hacer, en vez de pensar tanto en la noche anterior. 
Viajaron unos diez minutos en auto, hasta llegar a la calle principal del barrio vecino. Se bajaron y Gastón siguió los pasos de Pablo. 
- Vení, es por acá. 
Entraron en un negocio de ropa del que su amigo era un buen cliente. Pablo, a quien le gustaba arreglarse y estar siempre bien vestido y perfumado, le había contado varias veces de ese local. Pero Gastón nunca lo escuchaba cuando él empezaba a hablar de ropa. 
Estaba perdido en sus pensamientos, mirando un par de camisas que estaban colgadas en un perchero, cuando la escuchó. 
- Hola, ¿los puedo ayudar en algo? - Dijo con su voz dulce y alegre. Recordó las cosas que le contó sobre su trabajo, y agradeció a su amigo mentalmente por haber elegido ese lugar. 
Pablo ya le estaba diciendo que clase de prenda quería cuando Gastón se dio vuelta para mirarla. Lourdes bajó la voz de a poco, dejando de mirar a su cliente y posando la mirada en sus ojos preferidos.
- Hola... - Dijo Gastón con una sonrisa tonta acercándose al mostrador.
Lourdes sonrió de oreja a oreja. No había nada que deseara más que verlo otra vez. 
Pablo, confundido, pasaba de mirar a la chica que lo atendía, a mirar a su amigo, y de nuevo a ella y después a él. Hasta que se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. 
- Aaaaaah... ahora entendí. - Dijo, hablando como si fuera un gran descubrimiento. - Bueno, puedo ir a probarme la camisa que quiero, y ustedes hablan tranquilos. 
Después de que Pablo sacara de las perchas unas cuantas camisas y se introdujera en el probador, Gastón no pudo controlar sus ganas: agarró a Lourdes de la mano para ayudarla a salir de detrás del mostrador, y en cuanto estuvo a su lado, tomó su rostro entre sus manos y la besó tan suavemente como lo había hecho la noche anterior. 
Lourdes se derretía en sus brazos, y hubiera dado cualquier cosa por quedarse así toda la tarde. Y toda la noche. Y todo el año, si era posible.
- Que lindo encontrarte así. - Le dijo Gastón con un susurro. 
- Sí. - Contestó mientras él jugaba con los mechones de pelo que tenía sobre la frente. - ¿Qué hacés por acá? 
- Estamos en el tiempo que tenemos para almorzar, pero Pablo me pidió que lo acompañe a comprarse algo. 
- Que bueno que viniste. 
Lourdes se puso en puntitas de pie y le dio un beso en la mejilla. 
De repente, Paula, que estaba acomodando cosas en un cuarto que había detrás del lugar en donde atendían, apareció desde la pequeña puerta que conectaba los dos lugares, perdida en las tareas que estaba haciendo.
- Che, Lu... - Dijo gritando mientras se acercaba a ella, mirando todavía las cosas que traía en las manos. - ¿Y qué te vas a poner hoy para ver a tu príncipe "ojitos azules"?

Uno en un millón. (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora