Del crepúsculo al amanecer Prt. 1

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Sus pies dolían tanto que incluso se habían formado vejigas con agua debajo de las plantas. Incluso podían jurar que ya sangraban.

Sus muñecas, estaban casi destrozadas. La cadena, había pelado la piel hasta dejarla al rojo vivo.

Alik, se tambaleaba tanto que sentía que en cualquier momento caería al suelo y sería arrastrado por los caballos. Ágora, siendo mas fuerte tanto física como mentalmente, le sujetó lo suficiente como para impedir que su menudo cuerpo fuera tallado por el granito del camino.

-¡Alik! ¡Despierta!... Debemos soportar. Si tenemos la más mínima oportunidad, podremos liberarnos. Viorel te enseñó un poco a mover la espada. ¡Es hora de que la utilices!

Alik, escuchaba a medias a la pelinegra, sus músculos estaban adormecidos.

-D-Dudó que p-pueda luchar...

-¡CAMINEN DESGRACIADOS! ¡SU FINAL YA ESTA CERCA!

Gritó uno de los vampiros encima del caballo.

Ágora, con odio no le quito la mirada retadora de encima.

-¡Que tanto estas viéndome!

La loba, alzando los hombros despreocupada, sonrió.

-¡Solo estoy eligiendo la forma en que voy a retorcer tu maldito cuello, sanguijuela asquerosa!

El neófito, soltó una estruendosa carcajada.

-¡Maldita perra! ¡Cuando lleguemos a Hytundell, no quedara nada de ti!

Mientras eran arrastrados, el manto de estrellas sobre en cielo, poco a poco comenzaba a cubrir con su oscuridad. Pronto anocheceria.

-¿Creés que sea buena idea llevarlos hasta la cima? Recuerda que hay criaturas poderosas y salidas de los peores infiernos. ¡Sería mejor dejarles a su suerte y largarnos de aquí!

Decía uno de los vampiros, con evidente nerviosismo.

-¿A caso le temes a los nigromantes? ¡Bah! Son sólo huesos y barro. ¡No debes temerles!

Las espuelas de los caballos hacían eco al subir la vereda, que llevaba justo a la cima de la montaña.

No se escuchaba ni un sólo animal. Ni el sonido de los grillos. Eso ponía nerviosa a la loba. No había escuchado mucho sobre los nigromantes, sólo que eran seres dedicados a las artes oscuras y se les consideraba mensajeros del infierno.

Seres con características hermosas, pero que eran sólo unas máscaras. Pues nadie conocía sus verdaderas apariencias. Bueno, al menos no conocía a alguien que hubiera escapado con vida de sus dominios.

Alik, desde que había escuchado sobre los nigromantes, no pudo evitar temblar del miedo. Podía enfrentarse a casi cualquier cosa, pero no seres tan poderosos.

Ni él siendo un mago principiante, podía imaginar enfrentarse a uno de ellos. Sería un suicidio.

Su antiguo maestro, le había contado que estas criaturas eran capaces de llamar a cualquier ser desde la muerte. Y transformar los huesos secos de un cadáver en marionetas. Vivientes.

Eran artes demasiado poderosas. Sólo alguien con un grado mayor de control podría manejar a un espíritu.
Incluso demonios.

-¿Alik? ¡Alik!... ¿Estas bien? De pronto te has puesto pálido.

Mojando sus resecos labios con la poca saliva que aún le quedaba. Desesperadamente trato de sacar las cadenas. Ágora, trato de detenerlo o los neófitos se darían cuenta y escapar sería imposible.

El Reinado Del Fuego: La princesa y el Lobo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora