Dolor

3.7K 429 15
                                    

Dentro de la cátedra, el eco de las respiraciones y de las rocas cayendo después de la explosión, formaban una tensión terriblemente abrumadora.

La sangre fluyendo del cuerpo inerte de Sandor, formaba una espesa sombra debajo de él.

Al igual que el cuerpo aún agonizante del vampiro. La punta de plata estaba contaminando todo su torrente sanguíneo y con ello, provocandole una muerte lenta y dolorosa.

-¡Aggh!.. ¡M-maldito! ¡Bastardo!
La sangre que salia de su boca manchaba el suelo frío de mármol. Su voz, totalmente quebrada era un lastimero quejido.

Marius, lo observó con una ceja alzada y una socarrona sonrisa adornando su boca.

-Como dije; no es nada personal. Ustedes han hecho un buen trabajo trayendo hasta aquí a este bastardo. Sin embargo, mis ambiciones van mas allá de verlo muerto. Mi principal meta, es ser el amo y señor de cada rincón de este miserable lugar y de las tierras humanas. ¡Que toda criatura mágica y humana se arrodille ante mí! Y tu señor, estorbaba en mis planes. Así que - señalo el cuerpo a metros de él. - No tenia mas opción.

-¡P-perro sarnoso! Te mataré...

Marius, cansado de su venenosa boca, saco la espada de Sandor de su funda y la enterró en el pecho del vampiro.

Rápido y eficaz, su muerte le reclamó.

Viorel no perdía detalle de lo que ocurría. Con el sentido mas agudo, el olfato, localizó a los demás. Solo Ágora y Alik permanecían con vida, y su hermana. Hélen.

-Ahora, pasemos a algo mejor. ¿Que tal tu aventura Viorel? Seguro que has disfrutado en grande de la libertad de el mundo. Me alegra. Así al menos no tendré ese remordimiento de conciencia.

-¡Suelta a Hélen, ahora y tendré piedad de ti gusano repugnante!

La carcajada del malvado lobo resonó. Hélen, desesperada trataba de librarse de las cadenas, pero eran demasiado fuertes.

¡Rayos! ¡No puedo hacerlo!

-Suelta tu espada y le perdonare la vida a tu querida hermana.

Con la hoja bajo su cuello hizo presión logrando marcar la suave y delicada dermis.

Viorel apretó los dientes mas de lo que podía. ¡No se rendiría!

Pero ¿como? Si atacaba era capaz de revanarle el cuello de un solo movimiento.

¡Joder! ¡Por qué ése maldito bastardo siempre parecía estar un pasó adelante de él!

Las lágrimas de la loba hacían un recorrido por todo su rostro acongojado.

De reojo miró al bastardo a lado suyo.

Apretó la silla entre sus dedos, la desesperación ganaba terreno. El odio y la irá.

¡¿No era ella también un lobo?!
¡Debía defenderse!

La temperatura de su cuerpo comenzó a elevarse. Sus ojos cambiaron a unos amarillos muy intensos. La fuerza de su cuerpo aumento, forzando las cadenas.

Marius, al ver como la chica trataba de utilizar su fuerza sobrehumana, intento clavarle la espada de una sola estocada, pero antes de siquiera golpearla, una flecha atravesó de forma increíble su mano, haciéndolo soltar la espada.

Ágora, desde arriba le había arrebatado el arco al mago, ganándose así que uno de los lobo, le atravesará a ella el costado. Todo sucedió como en cámara lenta, la mano de Marius atravesada con una flecha de plata y Ágora con una espada clavada en un costado.

El Reinado Del Fuego: La princesa y el Lobo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora