Podía verlo con claridad. En ese claro, donde los dos se enfrentaban, sin nadie de por medio.
El animal hacía un ruido bastante fuerte, que provenía desde su pecho. No quedaba nada de la apariencia del guerrero. Ahora predominaba únicamente la bestia. Ése ser temible que se ocultaba detrás de su alma.
Sentía la suave brisa pasar entre las hebras de sus cabellos. La luna, en lo alto iluminaba todo con tanta claridad. Que incluso podía ver la terrible musculatura de la bestia.
Su cuerpo, se había entumido, como si hubieran bañado este entre barro y argamasa.
Se sentía como uno de los pilares del palacio de su padre.
Inamovible.
¡Queria hablar, gritar lo que fuera, pero era imposible! Sabia que moriría.
¿Quien puede escapar de un animal de esas magnitudes? ¡Un cazador tal vez! Y salir herido incluso, pero... ¡¿Ella?!
¡No era posible!
De momento, entre su maraña de pensamientos, vio como el animal se movía lento en su dirección.
Abrió a mas no poder los ojos, fue cuando consciente de su movilidad echó a correr con todas sus fuerzas.
Los arbustos, le arañaron la cara y los brazos, pero eso no la detendría.
El frenético latir de su corazón era demasiado, creía morir en cualquier momento. Nunca había sentido mas temor en su vida.
¿Como pudo pensar en que ese hombre la protegería? ¡Si no podía hacerlo de él mismo!
Escuchó el suave arrullo de la cascada. Subió por la orilla, metiéndose en la cueva que le había servido de refugió. Estaba empapada. Tiritaba de frío y de terror.
Oró a todos los dioses que podía conocer, tanto de la antigua religión como de la cristiana.
Si moría, al menos no lo haría como una hereje.
Su respiración hacía eco en la caverna, al igual que el sonido del agua.
Pero nada más, ya no escuchó ningún otro sonido.
Y eso la atemorizaba más.
¿Se habría alejado? ¿Estaba a salvo?
No. Con un potente gruñido, la bestia atravesó la cortina de agua. Mostrando sus "fauces".
Sus gritos inundaron el lugar. ¡Era el final!
Trato de cubrirse con ambos brazos, a modo de defensa.
Pero.
El ataque nunca llegó. Pues antes de que siquiera la bestia pudiera rozarla, una segunda salia de entre la oscuridad de la noche, deteniendo su fiero ataqué.
¡Si! Ambas bestias se enfrentaban a muerte. Era casi imposible saber quien era quien.
Aida, petrificada, trato de ocultarse detrás de unas estalactitas.
Los lobos mordían y desgarraban con sus garras lo que encontraban.
Era una verdadera carniceria.
Destrozaban las rocas, la sangre se mezcló haciendo imposible saber de donde provenía.
Al fin, uno de ellos quedo herido de un brazo. Lloroso y quejoso se rindió, huyendo de la caverna.
El vencedor aulló con potencia, haciendo saber su victoria.
Aida, temerosa y curiosa sólo asomaba la mata de cabellos rubios.
Viorel, había frenado el ataque de Ágora contra Aida.
Si, era un lobo antropomorfo, pero reconocía perfectamente su aroma. Ése peculiar olor que emanaba de toda su piel, que enloquecía sus sentidos de formas indeseables.¡Odiaba que una humana tuviera ese poder sobre su lobo!
Pero...
Aida, ella era imposible de odiar. Era en reflejo de todo aquello que no podía tener.
Era como si, tratará de sujetar un cristal delgado y fino entre sus colmillos, sin dañarlo.
¿Podia amarla sin lastimarla en el proceso? No se sentía aún listo para eso.
¡¿Pero como entonces podría silenciar estos deseos infernales por aparearse con ella?! ¡De hacerlo hasta dejarla preñada con un cachorro en su vientre!
Todo parecía haberse calmado al fin. Aida, asomó y vio al lobo de aspecto lastimero jadeante frente a ella. Si, los separaba una roca, pero dudaba que eso la protegiera del todo.
Armada de un valor desconocido, salio por completo.
— V-viorel... ¿E-eres tu? — su lengua se trababa.
Los ojos, enormes y amarillos del animal, se giraron a la chica.
Para ella, eran impresionantes.
A pasos lentos y torpes se acerco a él.
¡Dios mio, era enorme! Fácilmente superaba los dos metros de altura.
Levantó su mano, y toco un poco esa piel gruesa e impenetrable.
El animal, bruscamente la tumbo en el frío suelo de la caverna.
Con esas garras a modo de manos, sujetó sus brazos.
Su hocico comenzó a olfaterla toda. Desde su clavícula hasta su vientre.
Aida, no podía moverse. De pronto sintió al animal, desgarrar sus prendas hasta medio muslo.
Quiso hurgar entre sus pliegues pero la chica, asustada a más no poder, cerraba las piernas con fuerza.
Trato de patearlo pero era imposible salir de ahí.
Se dio la vuelta y con desespero trato de arrastrarse. Pudo sentir como algo se enroscaba en su cintura, asustada lo palpó. ¡Era la cola de la bestia! La sujetaba con fuerza.
¡Dios mio! Ahora entendía que era lo que pretendía.
Sin mas, sintió como presionaba su entrada. Si, podía sentir esa enorme polla querer entrar en su interior. La temperatura aumentaba en él.
Sus movimientos se hacían cada vez mas frenéticos. ¡Tenia que escapar!
Algo la dejó paralizada, si, un dolor agudo en su hombro, justo en su cuello. ¡Le había mordido!
Podía sentir la sangre tibia manchar su pecho. Chilló del dolor. ¡Que era esto! ¡Ahora seria ella también una bestia como él!
No. No era eso. Un calor, extraño comenzó a emanar de su vientre. Era como un chispazo que recorría desde su vientre a su coño y sus pechos. Era placer mezclado con dolor.
Parpadeo incrédula. Ya no oponía resistencia. De hecho... Su cuerpo parecía haberse relajado al máximo.
Placer, sexo. Algo que no había experimentado jamas. ¿Seria tan malo dejarse llevar por él? Se volvía a preguntar una y otra vez.
De pronto, ya no estaba de espaldas a el Lobo. Esta vez, podía ver su amplio y fuerte pecho.
Sus brazos la sujetaban con firmeza. Y la cola no dejaba su pierna.
Las fauces se abrieron, mostrando unos colmillos blancos y afilados. Con estos y su lengua pasaba lento por entre esos dos hermosos y perfectos senos. La escena era de lo mas morbosa y erótica.
Con un sonoro — ¡Ahh! — dejó caer la cabeza hacia atrás.
¡Si, podía olerla! ¡Estaba lista para recibirlo!
Sin mas, la penetro. Con lentitud. No podía esperar mas. De ser así podía lastimarla.
Esta, sujetó su cuello. Cruzó las piernas en su cintura y así comenzaron con el apareamiento. Salvaje y obsceno.
La cueva se lleno de los sonidos mas sensuales propios del sexo, de la cúpula.
Esa noche, el lobo se había comido a la princesa.
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El Reinado Del Fuego: La princesa y el Lobo ©
WerewolfViorel es un lobo guerrero y se le ha dado una misión que pondrá en riesgo su vida y la de su única familia. Debe llevar a la princesa de un reino humano hasta los limites mas peligrosos de las tierras Medias. ¿La razón? Formar una alianza , para co...