"Libre y Atado..."

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Después de cinco años confinado en ese agujero, por fin llenaba mis pulmones con aire limpio, los colores lastimaban mis ojos, pero aun así todo era muy hermoso...

El cielo, el sol, la tierra y sus cosas verdes. Era libre, sin embargo... Aun Marius tenia su talón sobre .

Tenia a mi hermana en sus manos.

La lluvia caía sobre el hombre , bañando su cuerpo, lavando un poco la suciedad que llevara encima. Lavando su alma un poco. Llevándose lejos todos esos recuerdos.

El cielo, un poco nublado, era lo único que le acompañaba.

Las horas parecían pasar tan lentas. Y el camino se hacia mas y mas lejano.

Llego a un pueblo a pies de la montaña. Era un pueblo muy pequeño. Las personas lo miraban con temor y desconfianza. Trató de esconder su rostro lo mas que podía bajo su capucha. No quería problemas.

A unos cuantos metros mas delante. Una vieja posada y taberna le daban la bienvenida. El camino seria largo. Pasaría , se lavaría y comería algo antes de seguir su rumbo.

Entro al mesón. El lugar estaba bastante lleno. Trató de no llamar demasiado la atención , lo que era casi imposible , en un pueblo pequeño los forasteros eran fácil de detectar.

Se sentó en una mesa lo mas alejada del bullicio. Sin quitar la capucha de su cabeza.

Varios sujetos no le habían quitado la vista desde que entrara al lugar. Parecían "cazadores".

Una mujer bastante bella y con un cuerpo voluptuoso se le acerco.

- ¿Vas a ordenar algo? - llevaba varios tarros de cerveza en una bandeja vieja y gastada y de su delgada " blusa" sus enormes pechos parecían saltar de su lugar.

- Quiero... Un lugar donde pueda dormir y darme un baño. Comida. Por favor - su voz era gruesa y varonil. No podía susurrar tan bajo.

La mujer lo miro de arriba a bajo, era un extraño , no había duda. Se inclino hasta donde su cuerpo se lo permitió, queriendo verle el rostro al hombre. Pero era imposible.

- Son dos monedas de oro por noche. Hay agua caliente y la cena se sirve a las 8 - dejo una cerveza en su mesa.

- Eso te hará entra en calor... Estas empapado -

- Es muy amable -

- Bien, deja las monedas en la charola y puedes subir a dejar tus cosas - sin mas , le dejo ambas moneda en la charola. Ella llevo una de las mondadas a sus dientes tratando de doblarla. Sonrió al ver que era oro de verdad y se marcho, pasando por entre los ebrios.

El Reinado Del Fuego: La princesa y el Lobo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora