Cañon

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[ADELINE]

Fui rescatada por mi hermano, la vieja casa que usamos de refugio está vacía, por lo menos tengo la ventaja de que no debo dormir en su mismo cuarto y mucho menos en su misma cama, durante toda la semana no le he ni dirigido la palabra más que para decir "gracias" luego de comer o cuando trae balas, de diario salimos a explorar, los infectados ya abundan de lo más normal y la gente viva que no tiene armas se esconde como un vagabundo, viviendo entre basura y comiendo ratas o algo por el estilo, la raza humana enloqueció tanto que incluso tan solo acercarme se asustan, por el momento he registrado a tres tipos de infectados; los "zombie" que son el estereotipo típico de muerto viviente, los "caníbales" que tienen mandíbula mas grande y la piel en un tono verdoso, los he visto comiendo carne de otros infectados y en ocaciones su propia carne y los "dogos" el nombre es estúpido pero se lo puso Eddie, son como los zombie pero en perro y con un olfato excelente, por ahora solo los perros y humanos son afectados, Eddie que tiene mucho talento con el dibujo hizo bosquejos de los tres tipos, además de un mapa bastante preciso de la zona que nos rodea y que descubrimos tras cada exploración, el se niega a dejar que más gente se aloje con nosotros, lo odio, en verdad lo odio, quisiera haber muerto antes que ser salvada por él...

Desperté un día y el aún seguía dormido, suspire de forma molesta, tomé una pistola y salí dejando la puerta abierta, no me importaba que los infectados entren y coman la estúpida carne del estúpido muchacho, monté una de las bicicletas que hace un par de días encontramos y arreglamos, me sorprende como he logrado mantenerme sin decirle ninguna palabra a pesar de tantas cosas en las que debo estar cerca de él, creo que hablar sola antes de dormir me está ayudando a no aburrirme por mantenerme muda hacia él.

Coloqué mi pistola en la canastilla de la bicicleta, acomodé mis pies en los pedales y me eché a andar, todo era tan silencioso, solo escuchaba la fricción de la sucia llanta con el suelo y el crujir de algunas hojas, ramas y pequeñas rocas que las ruedas aplastaban.

Mientras pedaleaba, mil dudas inundaban mi mente "¿Que país creó esta infección?", "¿Los demás países están infectados también?" "¿Como fué que Eddie inició su grupo?" "¿Donde está Carlos?" "¿Hay vida en otros planetas?" y así continuamente, duda tras duda de pensar en cosas referentes a este nuevo mundo terminé pensando en alienígenas.

Quité la mirada del camino hasta que casi caigo por cruzar mal un desnivel en la carretera, la contusión hizo que mi pistola caiga de la canastilla, entonces frené y bajé para recogerla, y en eso llegó un idiota con cabello largo que estaba escondido, tomó mi bicicleta y partió rápidamente llevándose todo lo demás que tenía en mi canastilla, no era mucho pero era necesario, una pequeña caja de balas, latas de comida y agua embotellada, al momento reaccioné y le disparé en la espalda, haciéndolo caer de la bici y tirando la misma, no soy muy buena tiradora por lo que no cayó muerto, sino que pegando gritos agónicos de dolor mientras se arrastraba con las manos y sangraba por la espalda, no soy tan cruel así que me acerco y piso su cabeza muy fuerte causando su rápida muerte, y ahora que lo pienso, habría sido menos doloroso si le disparaba en la nuca.

Miro con un poco de lástima porque el solo trataba de sobrevivir y no tenía intención de lastimarme... desgraciadamente yo necesitaba esas cosas y aunque ahora no es tan necesario, dentro de no mucho todo será matar o morir; al ver su cadáver miro que su chaqueta es muy buena, se ve como una chamarra de piel blanca con detalles negros en el pecho, hombros y puños lástima que ahora tiene un agujero en la espalda y una enorme mancha de sangre, llevo su cuerpo al patio de una casa y lo dejo en la tierra, luego tomo de vuelta mi bici y regreso a casa con lo poco que pude juntar.

—¡¿Por qué no me avisaste que saldrías?!... es muy peligroso afuera— Eddie me gritó apenas verme regresar.

Solo le miré con odio como habitualmente lo he mirado toda la semana pasada, luego llevé a la alacena lo que junté y empezamos a comer.

El comienzo después del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora