Epílogo

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Me levanté del lodo cuando dejé de escuchar sus gritos, parecía ser que los había perdido aunque nunca sería buena idea el ignorar. Caminaba por las calles desoladas donde por la poca población que tenía este sitio desde antes los autos eran escasos, los edificios ya habían sido tomados por la maleza y el pavimento cada día se tornaba más verde.

Parecía que me encontraba cerca, un par de callejones más y finalmente llegaría a mi destino pero de pronto escuche un ruido de pisadas descalzas sobre charcos de agua, ruidos húmedos que erizaban la piel, sollozos y lamentos acercándose desde la penumbra, un olor putrefacto y demasiado penetrante se hace cada vez más cercano y al llegar a la luz finalmente lo miro ante mi, un weeper, como lo hemos nombrado, un ser mutado por la infección que es resultado de la amalgama de tres a cinco cadáveres, tiene solo dos piernas pero estas tienen incrustadas en si algunos dedos, pies y hasta caras, con un par de huesos sobre desarrollados que van desde su rodilla a su talón, un ser que su apodo se traduce como "llorón" debido al llanto inconsolable que emite cada una de sus caras y que a cada paso que da emite quejidos de dolor mientras intensifica su llanto, un ser realmente lamentable que me hace sentir como si cada una de sus partes tratara de recordar su perdida humanidad y estuviera atormentado todo el tiempo por arrastrar ese sentimiento.

Trepé un poco apoyándome de los basureros antes de que el weeper se pusiera en estado frenético, ya que esas criaturas solían atacar con gran fuerza y brutalidad a los humanos, ni siquiera los comían pero su instinto era el de asesinar de forma violenta a aquellos que se interpusieran en su vagar sin fin, corrí por el techo un poco hasta volver a bajar a un callejón, los techos me pondrían en un lugar expuesto para el enemigo, cosa que resultaba incluso más peligrosa que una manada de weepers.

Llegué al punto de control, una vieja imprenta de periódicos que con la restauración apenas tenía luz, de igual forma no debíamos llamar la atención para mantener el perfil bajo, entre colándome por una de las puertas que a simple vista parecía bloqueada y ahí estaban los demás.

—Perra, ¿Trajiste lo que te pedí? —Zachary me dijo, un hombre desagradable que es influyente aquí gracias a su posgrado en química.

—¿De dónde mierda querías que te consiguiera algún derivado del opio?, Solo traje lo que Antoine y Chandler ordenaron —respondí dejando mi bolsa en el taller de Zachary.

—De acuerdo perra, les informaré que llegaste con vida, si no fuera por lo delgada y escurridiza que eres no nos serias útil y ya te habríamos echado a la calle —tomó la bolsa y se fue.

—Si claro, yo también te quiero —me senté en la silla que él estaba y me puse a jugar con sus materiales de laboratorio.

—¡Se acercan los de blanco! —un chico con binoculares en una de las ventanas de la parte superior de la imprenta nos gritó.

Rápidamente apagaron el generador dejando el sitio en oscuridad, los jóvenes se escondieron debajo de muebles y los adultos se ocultaron de la luz filtrada por la ventana pegándose a las paredes con sus armas listas. Absolutamente todos se quedaron en silencio, escuchamos el paso de una patrulla de gente corriendo así como el ruido de tres vehículos.

Realmente esto apesta, todo este asunto de la guerra, no sé qué ocurre en el resto del mundo pero de este lado del charco la pandemia de los no muertos no es suficiente razón para poner un alto al fuego, los soldados de dos bandos, de los cuales yo estoy viviendo en uno de ellos, los grupos anarquistas que si bien no son un problema al ser demasiados ya son una molestia, el gran grupo de resistencia no militar que comúnmente llamamos "los de blanco" y la inmensa cantidad de no muertos que azotan el lugar han hecho que mi hermosa región natal, Normandía, se haya convertido en una completa pesadilla de la que sólo quiero despertar, el canto de las aves en la mañana fue sustituido por un bombardeo o una emergencia de ataque, los niños jugando soccer en la calle mientras caminaba hacia mi cafetería favorita ahora son niños sin brazos o portando armas que debo enfrentar o hacer a un lado mientras mendigan comida en tanto yo estoy haciendo incursión.

El comienzo después del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora