17 I'm Your Secret.

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Kevin:

Lucas:

¿Estás en tu casa?

Yo:

Si.

¿Por qué?

Lucas:

¿Puedo ir?

   Ya sabía a qué venía eso. Ya sé para qué quiere venir. Han pasado cuatro, ya cinco años desde que terminé con Lucas y no ha cambiado nada: o quiere volver, o quiere sexo.
  
   No lo pensé dos veces.

Yo:

Ven.

Estoy solo.


Lucas:

Estoy a dos calles de tu casa.

Ya voy.

   Estaba viendo la televisión y me estaba aburriendo. Es verano, estoy solo, no tengo que estudiar y me estoy aburriendo. Hay chicos que me escriben en Facebook y por WhatsApp para vernos pero les digo que no, no quiero saber nada con tener sexo.
Siempre termino mal cuando estoy en algo con un chico o cuando estoy de novio, pero si hacemos una cuenta solo he tenido tres noviazgos y uno de ellos ni sabía que era un noviazgo, o sea, con Lucas porque todos buscan sexo, todos buscan chuparla y pasar un buen rato en la cama, pero yo quiero un novio serio, obviamente tener sexo pero todos solo quieren sexo.
  
   Se escuchó el timbre de la puerta de mi casa. Era Lucas, así que me levanté del sillón y abrí la puerta. Estaba ahí, un poco nervioso y con las manos en sus bolsillos de sus shorts.

-Hola- dijo.

-Pasa.
 
   Cerré la puerta y me quedé con la mirada baja. ¿Por qué estoy haciendo esto? Morgana me dijo que no lo haga.
Me di vuelta y apoyé mi espalda contra la puerta. Levanté la vista y lo miré de pies a cabeza. Estaba más atractivo que antes, ya no era tan flaco como antes.

-¿Quieres estar en el living o en mi habitación?- le pregunté.

-En tu habitación, si quieres- dijo.

-Entra- le dije-. Yo ya vengo. Voy por unas cervezas.

-Bien- dijo y sonrió tímidamente.
  
   Entré a la cocina y abrí la heladera, saqué dos cervezas y me dirigí a mi habitación.
  
   Cuando entré Lucas estaba sentado en mi cama con sus manos juntas en su regazo mirando al frente.

-Toma- le dije ofreciéndole una cerveza. La agarró y me volvió a sonreír tímidamente.
  
   Abrí mi cerveza y me apoyé en el escritorio mirándolo. Capas que él estaba nervioso pero a mi no me importaba nada. Creo que no iba a pasar nada conmigo.

-No has cambiado absolutamente nada de tu habitación desde la última vez que estuve aquí- dijo rodeando con la mirada mi habitación.

-No, nada- le dije y dejé escapar una débil risa.

-No me odies por haberte dejado- dijo un poco serio.
  
   Miré hacia mi derecha y solté otra risa-¿Era feo para que me dejaras por ese patético de Santiago?- le pregunté. Lo miré y se sentía avergonzado.

-Quiero pedirte disculpas por lo que pasó hace cuatro años- dijo bajando la cabeza-. Tuve mucho tiempo de pedirte disculpas, pero era, bueno, soy un estúpido.
  
   Nunca me había esperado que se disculpara después de tanto tiempo y sentí cómo una herida vieja se había cerrado en mi corazón. Fue como un alivio. Necesitaba escuchar su perdón.

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