Desilusión I

19-. Yo tampoco.

Ariana

Son las ocho de la noche y Daniel me envió un mensaje para ir a su casa y darle comida a Dallas.
Tomé mi teléfono, las llaves de mi casa, un abrigo y salí de mi habitación.
— ¿A dónde vas?— me preguntó el idiota de mi hermano.

— A la casa de Daniel.

— No te dejaré ir.— se colocó en la puerta.

— Claro que lo harás.

— No. No dejaré que te lleve a la cama de nuevo.

— Joder. No voy a acostarme con él. Sólo voy a darle comida a su perro.

— Así se le dice ahora.

— ¡Sebastián no seas infantil! Si no me crees acompáñame y deja de joderme.

— Bien. Iré contigo.

Pensé que diría que no.
De mala gana salí de mi casa, mientras Sebastián me seguía.

Caminé hasta la casa de Daniel, con mi hermano sobre protector detrás de mí. Parece guardaespaldas. 
No puedo creer que sea tan exagerado. ¡Intentó golpear a Daniel! Como si me hubiera violado.

— ¿Por qué te acostaste con Daniel?— lo miré confundida.

—¿Por qué? Supongo que lo hice porque se me dio la gana.

— ¿Se te dio la gana? ¿Eso es todo?

— Si. No tiene mucha ciencia. ¿Qué más quieres que te diga?— dije riendo sarcásticamente.

— No sé.— suspiró— ¿Te gusta?— creo que me sonrojé.

— Claro que no. Sólo es sexo.— dije restándole importancia.

— ¿Usaron protección?— me quedó mirando, y se detuvo.— Supongo que sí USARON.—recalcó.

— ¡Que sí! Todos los días me ves tomando pastillas y me preguntas esa estupidez.— seguí caminando.

— Sólo era una pregunta.

— ¿Quieres más detalles de como lo hicimos? ¿Acaso quieres que te diga como me desnudó o como me lo hizo...?

—¡Suficiente información!

— Bien. Entonces no preguntes.— suspiré molesta.

— Lo siento... Sólo que no quiero que te vuelva a pasar lo mismo.

— ¿Lo mismo de qué?

— Lo que te pasó con Jace.— lo miré mal.

— Sebastián, quedamos en que no tocaríamos ese tema.

— ¿Y cuándo vamos a tocarlo? Nunca dijiste como te sentías, ni siquiera mamá lo sabe.

— Y no tiene porque saberlo. Ya quedó en el pasado.

— Claro que no.

— ¿Cómo que no?

— Si ya estuviera en el pasado, tus ojos no estarían llenos de lágrimas.

Me quedé en silencio. No hablo de este tema con nadie.
Dejamos de caminar, Sebastián se acercó un poco más a mí y me abrazó.

— ¿Por qué no me lo dices?

— Porque me pongo muy triste al hablar de eso.

— Me preocupa mucho. Siempre estás llorando. ¿Qué fue lo que te hizo Jace? Desde que terminaron he querido matarlo, pero no tengo una razón, ya que no me dices lo que pasó entre ustedes.— lo miré mal— Y no me mires así. Sólo dime, no le diré a nadie, ni a Daniel o a mamá.